Sacerdote en segunda palabra: a los condenados y no condenados en las cárceles se les pega fuego

La reflexión sobre la segunda palabra “Te lo aseguro hoy estarás conmigo en el paraíso” estuvo a cargo del sacerdote Gregorio Santana, formador del Seminario Santo Tomás de Aquino, quien criticó las condiciones del sistema penitenciario del que dijo está en su peor momento y da un trato denigrante a los que cumplen condenas.

“Los presos pagan hasta por el derecho de ir al baño y por una maldita goleta para dormir por turnos” expresó y sostuvo que a los condenados y no condenados en las cárceles dominicanas se les pega fuego.

Llamó la atención sobre las condiciones en que se encuentran los centros de reclusión. “Llenas de guiñapos humanos, enfermos terminales y mentales”.

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Cuestionó el permanente crecimiento económico que ha vivido el país en los últimos 50 años, del que dijo, no ha sido distribuido equitativamente y no ha servido para mejorar la educación que reciben los mas pobres.

“El presupuesto de Educación está secuestrado por los negociantes, y las universidades no están aportando lo suficiente para ser bujía del cambio que necesita el país” indicó.

Alzó su voz para condenar la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional porque “desnacionaliza” a miles de dominicanos.

“¿Cómo es posible que el Estado, llamado a salvaguardar derechos, genere una maraña diabólica de procedimientos para impedir el derecho a un nombre, a una identidad, de miles de dominicanos?” dijo.

Durante su homilía condenó el actual Sistema de Seguridad Social al que calificó como una estafa burda con el apoyo del Estado y de la Ley que niega derechos y beneficia a otros.

El religioso consideró que la vida del creyente es hacer visible, palpable, el paraíso aquí en la tierra, con actitudes y gestos concretos que se expresan sobre la base de la dignidad que toda persona tiene.

“Los creyentes, profesamos nuestro sueño de un día entrar al paraíso, a la gloria, a la vida del festín eterno, al cielo, a una vida para siempre junto a Dios” afirmó.