Los volúmenes de agua en la Presa de Hatillo se reducen dramáticamente, creando alarmas en las comunidades circundantes, pues el agua se ha alejado sustancialmente de las zonas que normalmente conforman sus costas.
El caudal se vislumbra a lo lejos o sencillamente no se ve y para poder tocar el agua, es necesario adentrarse y recorrer terrenos que antes era imposible, pues estaban totalmente cubiertos conformando un enorme estanque.
El embalse posee una cuenca hidrográfica con una extensión de 5,235,63 kilómetros cuadrados, pero hoy día está muy lejos deseos números.
La situación de desolación es igual por todos sus puntos de interacción, pero la zona más crítica acontece por La Sabana del Meladito.
Más de un kilómetro es necesario recorrer para llegar al agua, dejando a cielo abierto un vasto terreno seco, tan amplio, que sobe el mismo, se podría construir varios estadios de fútbol, de béisbol, complejos habitacionales, centros comerciales, zonas de recreación y cualquier otra megaobra del mundo urbanizado.
Estas imágenes impactantes, muestran un amplio recorrido realizado por tierra dejada al desnudo tras la retirada del agua, en lo que antiguamente fue el poblado de la Sabana del Meladito, que fue arrasado e inundado tras la construcción de la Presad Hatillo, entre 1978 y 1984.
La inmensidad de las aguas que siempre acumuló el embalse, considerado el lago artificial más grande de todo El Caribe, da la sensación, actualmente, de ser un riachuelo.
En otro extremo del lago, en la comunidad del Ocho de Caballero, por donde se encuentra la cola del embalse, la situación es más dramática aún.
El agua que siempre llegaba a borde de la carretera Caballero-Maimón ya no se ve y cuando te adentras al terreno descubierto por el agua, nota restos de embarcaciones de pescadores y de especies acuáticas. La maleza crece en el terreno ha quedado en lo que fue un gran estanque.
En el lado del muro, próximo a Cotuí, donde se retiene la inmensidad del volumen de agua luce estrecho, vacío y hasta pequeñas islas han surgido por los medio.
Esta regla que se vislumbra en la inmensa estructura se utiliza normalmente para medir el nivel del agua, pero está tan vacía que ni siquiera alcanza la zona de medición.
Por el desfogue natural de la presa, próximo al muro y a la hidroeléctrica, parece que hace tiempo que no corre agua y las hojas caídas de los árboles del entorno, se acumulan en el fondo.
Al final, donde está la tradicional trifurcación, pues el agua vertida toma tres direcciones, se disminuyó a una correntía.