Un estudio de datos sobre poblaciones en Estados Unidos y Dinamarca ha encontrado vinculaciones entre la contaminación ambiental y el incremento de la prevalencia de trastornos neuropsiquiátricos, como el desorden bipolar y la depresión, según un artículo que publica este martes la revista PLOS Biology.
“Nuestro estudio muestra que el vivir en áreas contaminadas, especialmente en la infancia, es un pronosticador de trastornos mentales tanto en EEUU como en Dinamarca”, dijo el biólogo computacional Atif Khan, de la Universidad de Chicago y autor principal de la investigación.
Khan y el coautor del estudio Andrey Rzhetsky, profesor de Medicina y Genética Humana, usaron dos bases de datos: Una de EEUU de reclamaciones de seguros de salud, que contenía datos a lo largo de 11 años de 151 millones de individuos.
La otra era de Dinamarca, con datos de 1,4 millones de personas nacidas entre 1979 y 2002, que estaban vivas y que residían en este país cuando tenían diez años; y a partir de la que estimaron su exposición a la polución del aire durante su primera década de vida.
El equipo investigador también consultó las mediciones de la calidad de aire de la Agencia de Protección Medioambiental de EEUU y el registro nacional de contaminación de Dinamarca.
En el caso estadounidense, hallaron al cruzar los datos que en los condados con la peor calidad del aire había un aumento del 27 % en el trastorno bipolar y del 6 % en depresión, en comparación con zonas con mejor calidad.
En Dinamarca, los datos mostraron que la exposición a contaminantes en la infancia está relacionada con un incremento del 50 % en la depresión, un aumento del 148 % en la esquizofrenia y una subida de 162 % en los trastornos de personalidad.
Los científicos encontraron que las vinculaciones, especialmente en lo que concierne al trastorno bipolar, en Dinamarca eran similares a las de Estados Unidos, con un incremento del 29 % en las áreas con la peor calidad del aire.
Sin embargo, las conclusiones del equipo de investigadores de la Universidad de Chicago no han sido aceptadas totalmente por los expertos que revisaron el material para PLOS Biology, que publicó un artículo crítico del profesor John Ioannidis, de la Univesidad de Stanford.
“A pesar de los análisis que involucran extensos conjuntos de datos, las evidencias disponibles tienen carencias sustanciales, y una larga serie de parcialidades potenciales podrían invalidar las asociaciones observadas”, añadió. “Se necesitan más análisis de múltiples investigadores”.
El mismo Rzhetsky advirtió de que las conexiones entre la contaminación del aire y los trastornos psiquiátricos descubiertas por el estudio no significan necesariamente una relación de causa y efecto.