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Discurso íntegro del presidente Luis Abinader ante la 76ª Asamblea General de la ONU

Discurso íntegro del presidente Luis Abinader ante la 76ª Asamblea General de la ONU

Presidente del Septuagésimo Sexto periodo de sesiones de la Asamblea General,

Secretario General de las Naciones Unidas,

Distinguidos Jefes de Estado y Gobierno,

Señoras y Señores

Acercándonos al segundo aniversario del inicio de la peor catástrofe sufrida en casi un siglo, la humanidad aún no ha podido cerrar definitivamente este terrible episodio de la pandemia del COVID-19. A pesar de ello, venimos esperanzados a este foro con el objetivo de renovar y fortalecer los vínculos de cooperación y solidaridad como naciones fraternas.

Esta comunidad de Estados enfrenta enormes retos que solo pueden ser abordados efectivamente desde un multilateralismo renovado. En efecto, frente a la pandemia, la emergencia climática, la revolución tecnológica y la necesidad de articular un nuevo paradigma para el Estado de bienestar, se requiere reforzar la unidad y la cooperación entre todas las naciones. Tenemos la responsabilidad histórica de dejar un mundo mejor al que encontramos, pero esto solo es posible si nos tomamos en serio la transición global hacia un nuevo modelo productivo ecológico, sostenible, incluyente y equitativo, acorde con los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030. Ese cambio solo es posible desde un esfuerzo global y multilateral que garantice el Estado de derecho, los derechos humanos y el bienestar de todas las personas, sin dejar a nadie atrás.

A pesar de este lamentable escenario creado por la pandemia, nuestro gobierno ha impulsado un plan de vacunación gratuito que ha sido exitoso, con resultados a la vista y cifras elocuentes, el 57% de la población elegible está completamente vacunada, aproximadamente el 70% tiene al menos una dosis y más de un 10% de la población tiene una tercera dosis con una letalidad de 1.14%, siendo esta una de las menores del mundo.

En consonancia con nuestra visión de corresponsabilidad para salir de esta pandemia, y por contar con un inventario de vacunas que lo ha permitido, hemos donado en solidaridad, unas 820 mil dosis a países de nuestra región, convencidos de que sólo estaremos seguros, cuando todos estemos vacunados.

Sin embargo, aunque hemos empezado a salir de la pandemia, esto por sí solo, no será suficiente para superar la crisis económica y financiera.

En aras de mantener la paz social, estamos llamados a encontrar una solución al enorme endeudamiento al que se han visto forzados los países de ingresos medios para enfrentar los estragos económicos y sociales generados por la pandemia.

No existe en la actualidad un mecanismo de acceso a financiamiento concesionario que nos permita solventar esta crisis de liquidez. Para resolver este desafío nos vemos obligados a buscar soluciones novedosas y urgentes.

Recientemente, la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional dispuso una asignación equivalente a US$650,000 millones de Derechos Especiales de Giro, con el objetivo de fortalecer la liquidez mundial. Los Estados miembros del FMI recibieron dichos fondos de acuerdo a las cuotas correspondientes por país. Esto significa que una gran proporción de esos recursos fue captada por los países desarrollados, justamente los que menos lo necesitan.

Para resolver esta injusta situación, los países industrializados deberían dedicar dichos recursos a la creación de un mecanismo que permita canalizar las cuotas que recibieron hacia los países de ingresos medios y bajos, brindándoles acceso a fondos concesionarios. En dicho mecanismo, los organismos financieros multilaterales tendrían un rol de primer orden y, de esta manera, asegurarían que esos recursos lleguen a los países que realmente los necesitan. Esta iniciativa tendría un impacto muy positivo en los mercados financieros internacionales, pues daría mayor sostenibilidad a la deuda y fortalecería la confianza en nuestras economías, mejorando a su vez, el costo del financiamiento.

Señor Presidente,

El gobierno que me honro en presidir tiene la firme convicción de que la democracia es el sistema político que mejor garantiza la dignidad, el bienestar y la felicidad de las personas, y que sólo es posible sostenerla si se profundiza y se amplía. Por ello, me siento orgulloso de que hayamos convocado a todos los sectores de la vida nacional a un diálogo abierto y plural para lograr reformas que contribuyan a afianzar el Estado social y democrático de derecho en República Dominicana.

Por esta razón, República Dominicana es una firme defensora de la democracia y los derechos humanos, lo cual implica fortalecer los frenos y contrapesos al poder ejecutivo, como es el caso de un poder judicial independiente, cuyas decisiones sean ampliamente respetadas por todos. Este gobierno está abocado a asegurar la independencia del Ministerio Público y otros órganos de control, así como la reforma de la Policía Nacional para garantizar el Estado de derecho y la seguridad ciudadana.

En el mismo sentido, tenemos como propósito fundamental, defender la cosa pública, patrimonio común de las y los dominicanos, lo que implica un manejo absolutamente transparente, uno de los logros que mayor satisfacción nos produce. Estamos convencidos de que, en medio de las circunstancias actuales cargadas de escollos, la ciudadanía sigue reclamando que actuemos con valentía contra la corrupción y así lo venimos mostrando con acciones claras, precisas y contundentes.

En lo que respecta a la economía, me complace señalar que aun en medio de estas dificultades, nuestro país es optimista. Proyectamos terminar el 2021 con un crecimiento económico de un 10% y mantener una tasa de crecimiento de más de un 5% para los años siguientes.

 

Señor Presidente,

Me permito sugerir tres acciones que consideramos urgente y necesarias para nuestra región y nuestro país:

  1. República Dominicana, como Pequeño Estado Insular en Desarrollo, es uno de los países que menos gases de efecto invernadero emite pero que más sufre los efectos del cambio climático. Este es el momento de impulsar una transformación global de la economía que vaya de acuerdo con los niveles de desarrollo y que los estándares exigidos no impongan cargas excesivas que resulten en costos adicionales lesivos a la competitividad y la producción de nuestros bienes y servicios.

Es justo y necesario además, que la inversión para restaurar nuestros recursos naturales afectados por el calentamiento global creado por los países que han generado más CO2, sean los que paguen por las enormes inversiones a realizar.

 

  1. La actual crisis financiera y mayor endeudamiento provocado por la pandemia no solo puede ser dejada a ser resuelta incrementando los impuestos en nuestros respectivos países con sus consecuentes presiones sociales y posibles alteraciones de la paz. Debemos ser creativos, estamos convencidos de que, sin costo para sus gobiernos, las instituciones financieras multilaterales y bilaterales pueden otorgar facilidades crediticias a través de mecanismos transparentes y accesibles, concertados y no discriminatorios, que contribuyan a que los países en dificultades recuperen con prontitud la sostenibilidad financiera y el acceso a los mercados financieros internacionales, con tasas preferenciales que no sean afectados por el índice de riesgo país.

 

Señor Presidente,

  1. Nuestro tercera y final recomendación de acción es sobre Haití. Desde que asumimos el poder, hemos venido anunciando la posibilidad de que la situación haitiana pueda desbordar las fronteras de ese país, incidiendo como un factor de inseguridad en la región. De ahí, la necesidad de que esta comunidad de naciones asuma con urgencia y de una vez y por todas, la crisis haitiana como una de altísima prioridad y de permanente seguimiento.

Hemos notado que recientemente algunos gobiernos han adoptado medidas para afrontar las consecuencias de la crisis haitiana. Por años, cada día, nuestro país ha encarado, prácticamente solo, estas consecuencias. Estamos convencidos que ninguna acción unilateral será suficiente para superar esa dramática situación.

Es imperativo manifestar de la manera más firme y tajante posible que la comunidad internacional no debe, ni puede, abandonar al pueblo haitiano en este momento en que los niveles de inseguridad lo están llevando a su autodestrucción.

Y quiero decirlo hoy de la manera mas sincera y fuera del lenguaje diplomático.

Ante la división actual que existe entre el liderazgo haitiano, y la peligrosa presencia de bandas criminales que controlan una buena parte de su territorio, los haitianos por sí solos no podrán pacificar su país y mucho menos garantizar las condiciones para establecer un mínimo de orden.

Consecuentemente, lo más importante e inmediato es la seguridad en Haití.

Solo después de haberlo logrado, pueden llevarse a cabo unas elecciones libres, justas y confiables. Entonces, con un nuevo Gobierno como interlocutor legítimo, se deberá preparar un verdadero plan integral de desarrollo económico y social, con todos los recursos necesarios y apoyado solidariamente por la comunidad internacional, pues ya no se puede pensar únicamente en medidas de carácter humanitario.

A este solemne cónclave le manifiesto que la República Dominicana ha mostrado y seguirá mostrando la solidaridad y la colaboración debidas con el pueblo haitiano, pero también les reitero que NO HAY, NI HABRA JAMAS UNA SOLUCION DOMINICANA A LA CRISIS DE HAITI.

Señor Presidente,

La cantidad de retos que enfrentan nuestros Estados es significativa para la construcción de un mundo bajo el estandarte de la igualdad. Sin embargo, no debemos enfrentarlos solos; la integración y el multilateralismo son las vías idóneas para avanzar hacia la meta sin dejar a nadie atrás.

Tengo la firme convicción de que cada día se seguirá renovando y fortaleciendo el liderazgo de las Naciones Unidas. El Estado dominicano reafirma su compromiso con los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas: la paz, la dignidad humana, la justicia, el progreso social y la libertad.

Avancemos con firmeza hacia un Estado de bienestar renovado y más equitativo.

No podemos fallarle a nuestros pueblos. No podemos fallarle a la historia.

Muchas gracias.

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