A tres semanas de las elecciones parlamentarias, regionales y locales rusas el partido del presidente Vladímir Putin, Rusia Unida, cuenta según las últimas encuestas, con poco más del 25 % de intención de voto, el índice más bajo desde su fundación, que refleja el gran desgaste de la formación oficialista.
De acuerdo un sondeo efectuado la semana pasada por el Centro de Estudios de la Opinión Pública (VTsIOM, por su siglas en ruso) solo el 26,4 % de los rusos está dispuesto a votar por el partido del jefe del Kremlin, cuando hace cinco años las encuestas le concedían el 43,3 %.
Aún así, Rusia Unida (RU) lidera en los sondeos, seguida del Partido Comunista, con el 17, 2 %, que se consolidaría como segunda fuerza, por delante del ultranacionalista Partido Liberal Democrático con el 9 %, mientras que en cuarto lugar se sitúa el bloque Rusia Justa-Patriotas de Rusia-Por la Verdad, con el 6,7 %.
Sin embargo, pese a que las encuestas muestran una baraja bastante repartida, prácticamente nadie duda que Rusia Unida se hará con una cómoda mayoría absoluta en la Duma de Estado, la Cámara de Diputados del Parlamento ruso.
Y es que solo la mitad de los 450 diputado de la Duma se elige por listas de partidos; la otra mitad se elige en circunscripciones mayoritarias en las que tradicionalmente se impone de manera muy amplia el oficialismo.
BLINDAJE CONTRA LA PARTICIPACIÓN DE OPOSITORES
Pero no solo el sistema electoral favorece a RU, ya que destacados opositores han sido marginados de estos comicios mediante la aplicación de una serie de leyes aprobadas en el último tiempo y que han sido denunciadas como atentatorias contra los derechos ciudadanos.
Según el experto en legislación electoral Vladímir Shveda, uno de los principales objetivos de la innovaciones legales es impedir que en las papeletas de votación figuren candidatos vinculados con el líder opositor Alexéi Navalni, que actualmente cumple un pena de prisión de dos años y medio
Para ello, explicó el jurista, en un corto tiempo se creó un sistema bastante eficaz, pero absolutamente inconstitucional, ya que priva de sus derechos de ser elegidos a ciudadanos que no han sido condenados a penas de prisión.
Baste que un tribunal declare extremista a una organización, como ocurrió con las estructuras creadas por Navalni, para que todas las personas que incluso antes de esa decisión judicial hayan participado, de una u otra manera, vean conculcado su derecho a ser elegidas.
Entre los casos más sonados se cuenta la anulación de la candidatura a diputado de la Duma de Lev Shlosberg, dirigente del partido liberal Yábloko, por decisión de un tribunal moscovita que consideró que el político estuvo vinculado con las organizaciones de Navalni.
“Como presidenta de la Comisión Electoral Central (CEC) estoy obligada a cumplir la decisión judicial (…) Pero personalmente no puedo creer que él (Shlosberg) tenga algún vínculo con extremistas”, declaró Ela Panfílova tras conocer el fallo.
También el destacado dirigente comunista Pável Grudinin, rival de Putin en la presidenciales de 2018, quedó fuera de la carrera electoral después de que su exesposa denunciara que poseía acciones en el extranjero.
LA PANDEMIA DEJA SU IMPRONTA
Debido a la pandemia del coronavirus, las votaciones se extenderán del 16 al 19 de septiembre para evitar aglomeraciones, y en siete entidades de la Federación Rusa, incluida Moscú, los electores podrá votar por internet.
Esta circunstancia supone una dificultad añadida para los observadores que vigilarán la limpieza de los comicios.
La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) se negó a enviar sus observadores después de que Rusia limitara a 60 su número por motivos sanitarios.
La OSCE tenía intención de enviar a Rusia 80 observadores de largo plazo y otros 420 para supervisar los últimos días de la campaña y la votación propiamente dicha.
En los comicios del 16 al 19 de septiembre, además de los diputados de la Duma del Estado, serán elegidos 12 jefes de entidades federadas, 23 parlamentos regionales y 11 ayuntamientos de capitales de entidades federadas.
“En estas elecciones buscan demostrar que controlan la situación, y por tanto son una prueba para la élites regionales de su lealtad al Kremlin”, dijo el politólogo ruso Dmitri Oreshkin a la emisora Eco de Moscú.
Para el Kremlin, añadió, lo importante es que den el resultado electoral correcto. “Cómo obtener esa cifra es problema de ellos. Pero nadie va investigar y a nadie le permitirán investigar”, sentenció.
Fuente: EFE