Por Carlos Arturo Guisarre. Santo Domingo.- Un balde agua fría a la celebración por la “recuperación post-covid” fue la estrepitosa caída de las exportaciones nacionales (es decir, que no son de zonas francas), con una variación de -16% en 2023 en comparación con 2022, de acuerdo con cifras que el Banco Central dominicano compartió en enero de 2024.
El economista Jonathan D’ Oleo, actualmente radicado en Santiago de los Caballeros pero con amplia experiencia como corredor de bolsa en La Florida (EE.UU.), sostiene que la principal raíz de esta debacle exportadora se puede encontrar en la política monetaria, que tiene como uno de sus buques insignia intervenir el mercado de divisas con el propósito de “mantener el peso-DOP apreciado de manera sintética”.
“La verdad es que la política monetaria favorece al importador, por eso nuestras exportaciones son menos competitivas. El peso tiene una fortaleza sintética. Si el mercado cambiario quedara libre, podríamos estar comprando dólares 12 pesos por encima del valor actual“, sostuvo el economista.
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De acuerdo a la ortodoxia económica, el valor de una moneda lo determina la producción, “simple, si más gente quiere los productos dominicanos, entonces el peso se apreciará de manera orgánica”, dijo D’Oleo. Sin embargo, el profesional de la economía también reconoció que las grandes fortunas se han hecho sobre la base de las importaciones, es decir, el comercio mayorista y “retail”.
Justamente porque la gestión de política monetaria favorece a los importadores por sobre los exportadores, es que D’Oleo entiende que el campo está siendo abandonado, dejando atrás hectáreas y hectáreas de tierra cultivable. “No contramos con un tejido productivo diverso, muchos huevos están en la canasta del sector servicio”.
La deuda pública es un dolor de cabeza que tendrá que ser atentido por el próximo gobierno, de acuerdo con el economista. “El gobierno debe generar suficientes recursos para pagar la deuda. Y esa generación de recursos debe ir en al menos dos dirección: dinero para pagar lo que como país debemos, y dinero para sufragar los gastos necesarios del Estado sin tener que recurrir al endeudamiento excesivo”, sostuvo D’Oleo.
El pago de la deuda, dijo D’Oleo, debe ejecutarse sobre el incremento de la base impositiva. Explicó que, en vez de aumentar las tasas impositivas, una reforma fiscal eventual debe enfocarse en encontrar nuevas formas de recaudación, y nuevos contribuyentes.
“Eso se logra primero incentivando la economía. Si se hacen más negocios, se podrán cobrar más impuestos. Luego, trabajando para disminuir la informalidad, porque mientras más empresarios salgan de la economía sombra, a más personas se les podrá cobrar impuestos. Cobrarles más impuestos a los que ya pagan no es factible, lo que provocaría eso es el cierre de muchos negocios o el aplazamiento de proyectos. Por ejemplo, si tengo una tienda y cuando me propongo abrir otra me castigan con más impuestos, lo natural es que aplazaré esa apertura o simplemente no lo haré”, sostuvo el economista.
Criticó que el gobierno actual tome prestado en gran medida para sustentar gastos corrientes, y considera que la inversión en infraestructura es muy baja. “En inversión de capital este gobierno ha dejado mucho que desear. Además, el gasto no se orienta hacia una estrategia de desarrollo, sino hacia una agenda política, concentrando las partidas en los lugares donde más votantes se concentran, lo que exacerba la migración interna campo-ciudad, que empobrece tanto al citadino como al campesino”.
Acerca de la inversión en educación preuniversitaria, D’Oleo estima que destinar el 4% del producto interno bruto (PIB) a esta materia profundiza en populismo, sin que “un mayor bombeo de dinero” tenga un impacto real en la enseñanza.
“El país no estaba preparado para esa cantidad de gasto. El sector no estaba lo suficientemente maduro. Lo que deberíamos hacer es un gran reajuste, donde los padres tengan la capacidad de mandar a sus hijos a colegios privados, por medio de vouchers que se le entreguen directamente a los padres”, declaró el economista.
En torno a las pensiones, privatizar y flexibilizar es necesario, de acuerdo con D’Oleo. “Si bien las AFP funcionan, no necesariamente gestionan de la manera más eficiente. Una persona que cotiza no tiene la capacidad de diseñar su propio portafolio, y este elemento hace falta para que quienes tienen sus cuentas de capitalización individual puedan sacar el mayor provecho de sus ahorros”.