FTX podría tener “más de un millón de acreedores”, según un documento presentado por la compañía en quiebra ante el tribunal estadounidense que se ocupa de esta bancarrota. Anteriormente la estimación era 10 veces menor, en torno a 100.000 acreedores, entre los que, además, se encuentran figuras conocidas como el jugador de la NBA Stephen Curry o el de la NFL Tom Brady, según recoge Efe. Ambos eran embajadores de la empresa y contaban con participaciones en la misma. También el fondo de inversión Sequoia Capital se ha visto afectado.
La empresa creada por Sam Bankman-Fried, popularmente conocido como SBF, se ha acogido al capítulo 11 de la ley de bancarrota estadounidense. En la comunicación remitida al juzgado reconoce que su caso es “complejo”, ya que afecta a “más de 100 entidades deudoras” y, además, involucra “activos no tradicionales”. Este número, no obstante, podría cambiar. Según explican, “podría haber más de un millón de acreedores en estos casos”. Por este motivo, consideran que en lugar de nombrar a los 20 principales acreedores, como deberían hacer por ley, tendrían que hacer una lista que llegue hasta los 50 y que deberían presentar, como tarde, el 18 de noviembre.
Los gestores de FTX también le han solicitado al juzgado poder comunicar a los acreedores la situación de bancarrota mediante correo electrónico en lugar de tener que hacerlo en sus domicilios. La plataforma, arguyen, ya se comunicaba con sus clientes mediante este sistema. Consideran que no sólo es “la forma más eficiente” de hacerlo, sino también la que tiene más posibilidades de conseguir una respuesta.
La compañía, al igual que muchas otras empresas dedicadas a los criptoactivos, había realizado una agresiva campaña de publicidad mediante patrocinios. Además de los embajadores de la marca, tenían acuerdos de patrocinio con otros atletas como Aaron Jones (también jugador de la NFL) o Shohei Ohtani (que pertenece a la plantilla de Los Angeles Angels, equipo de la MLB, la liga estadounidense de béisbol). Su patrocinio también llegaba a equipos y estadios, como el FTX Arena en el que juegan los Miami Heat sus partidos como locales en la NBA.
En el sector, que se ha visto muy afectado por los daños reputacionales colaterales de este caso, se ve complicado que los acreedores puedan recuperar el dinero. Los grandes inversores, como Sequoia Capital, dan por perdida su inversión. La propia FTX está al borde de la desaparición, ya que, tras la salida de Bankman-Fried como CEO (sigue siendo el máximo accionista), depende de un gerente provisional externo que debe estudiar si merece la pena tratar de salvar la empresa o si es mejor liquidarla.
“Lo que le ha ocurrido a FTX en las últimas semanas no tiene precedentes”, comienza la declaración que ha enviado la firma al tribunal. “Hace poco más de una semana, FTX, liderada por su cofundador Sam Bankman-Fried, era considerada una de las compañías más respetadas e innovadoras de la industria cripto”, continúa este documento, que también recuerda que su plataforma era el segundo exchange más grande del mundo.
¿Y ahora qué? La bancarrota de FTX extiende el temor al contagio en el mercado cripto
El documento y la lista actualizada de acreedores son un nuevo capítulo en el desplome de un imperio que llegó a estar valorado en 32.000 millones de dólares. Sin embargo, se derrumbó en cuestión de días -si no horas- cuando surgieron dudas sobre su solvencia y una oleada de pánico hizo que muchos de los usuarios vendieran sus activos. FTX había prestado el dinero de estas operaciones a otras compañías -hay quien compara el caso con un esquema Ponzi- y no pudo hacer frente a sus obligaciones porque no disponía de liquidez. Cuando trató de restringir las operaciones, hundió la cotización de la mayoría de las criptomonedas y hasta Bitcoin cayó a mínimos no vistos en años: rozó los 16.000 dólares cuando hace un año había llegado a superar con creces los 60.000.
Después, tanto el propio SBF como su principal rival, el CEO de Binance, Changpeng Zhao, trataron de rescatar la compañía. El primero en hacerlo fue Zhao, que llegó a anunciar su intención de comprar FTX para dotarla de la liquidez que necesitaba y, de paso, estabilizar el mercado. No obstante, dio marcha atrás tan solo un día después y tras tener acceso al balance interno de la empresa. Mientras, Bankman-Fried intentó encontrar inversores capaces de aportar la cantidad necesaria estimada -cerca de 8.000 millones de dólares- para corregir la situación. Según publica el Wall Street Journal, pasó el fin de semana llamando, junto a varios empleados, a inversores para lograrlo.