“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, reza la canción. Pedir perdón, muchas veces, no es fácil. Sobre todo para los chicos, quienes van incorporando un cúmulo de información a medida que crecen y conocen cómo es que funciona el mundo. Estamos acostumbrados a decirles a los niños que “se disculpen” tan pronto como los sorprendimos haciendo algo mal, pero la verdad es que no es correcto obligarlos a disculparse. Entonces, ¿cuál es la mejor forma de enseñarles? ¿Hay algún método correcto?
Habrá que detenerse un momento y hacerse la siguientes preguntas: ¿cuándo fue última vez uno se disculpó con alguien? ¿Fue difícil? Seguramente. Ahora, pensemos que si es complejo para un adulto, lo es más para un niños. Entonces, antes de obligar a un niño a disculparse, vale la pena seguir haciéndose preguntas del tipo: ¿qué tan rápido se disculpa uno cuando comete un error?, ¿lo dices de inmediato?, ¿toma tiempo? ¿cómo se siente cuando lo dices? ¿Se sientes culpable?
Hay una premisa para comenzar a entender el mundo de las disculpas en los más pequeños: para enseñarle al niño el significado del perdón, es importante enseñarle la empatía, entender el otro lado y tratar de contar la historia al revés. El niño comprende cómo se sintió la otra persona.
Infobae consultó a tres expertos y estos son 4 pasos posibles para enseñarle al niño a pedir una disculpa.
1 – El papel del perdón
El perdón viene a “limpiar” los sentimientos desagradables dentro de nosotros y permitir que el otro lado los libere también. Por supuesto, no depende solo de nosotros, sino también de si la otra parte está dispuesta a dejar ir la ira y el dolor o no. Por nuestra parte, y está en nuestras manos, es importante ver la responsabilidad, comprender el panorama completo, comprender nuestra parte en la historia, estar en un estado de contemplación y aprender “¿qué puedo hacer de manera diferente la próxima vez?”
2 Muéstrele a su hijo cómo usted pide perdón
Cuando un padre le muestra a un niño cómo pedir perdón, estos ejemplos personales son más importantes que lo que usted dice. Delante de su hijo, discúlpese si accidentalmente pasó por alto a alguien en la fila o dígale perdón a su cónyuge si reaccionó de una manera que podría haberlo lastimado. El niño lo oirá y lo verá haciendo esto e internalizará que disculparse es un buen comportamiento.
“Reconocerse responsable de algo, que nos hemos equivocado, y sentirse arrepentido es difícil de asumir y transmitir. Más difícil que ejercer el perdón es enseñarlo. No se trata sólo de educar a los niños a decir “perdón”, sino que además, tengamos que promoverlos a sentir. El disculparse y saber perdonar es un acto de humildad y grandeza. Siempre está acompañado de la empatía, del saber ponerse en el lugar del otro. Implica tanto pedirlo como saber aceptar “te perdono” de manera genuina y sin rencores”, dice a Infobae la psicóloga y profesora, Gisela Lado.
3 – Demuestra lo que es estar del otro lado
Si uno hizo algo y siente que podrías haber actuado de manera diferente frente a su hijo, se disculpa e indica que la próxima vez que notarás tu comportamiento, su hijo verá lo que es estar del lado del que se disculpa. Verá a alguien importante que sepa cómo ser humano y explorará otra forma de comportarse si es necesario.
“Si el niño de comienzo le cuesta verbalizarlo podemos implementar que lo haga a través de un dibujo, un abrazo”, propone Lado. “Ayudarlo a restituir la situación y pensar de manera conjunta alternativas de resolución posibles a la elegida en el momento, marcar con claridad que las malas acciones pueden surgir por estar capturados por emociones como el enojo o el dolor, pero que si las pone en palabras y busca formas distintas de verlo esos sentimientos pueden reconvertirse. Puede utilizarse juegos o dramatizaciones para concretizar lo que les comunicamos”, agrega la especialista.
4 – Enfatice la intención positiva al disculparse
Al pedirle al niño que se disculpe, es conveniente enfatizar la intención positiva que tuvo en ese momento y recordar que su comportamiento es el resultado y la expresión de una fuerte emoción o necesidad que no ha sido respondida. En otras palabras, el niño puede haber tenido buenas intenciones, pero la “ejecución” fue torcida.
No tiene sentido forzar una petición de perdón y es importante reflexionar sobre su significado. Es suficiente que un niño experimente la emoción del otro, permita que los niños aprendan de sus errores y recuerde demostrar que comprende sus acciones. La mejor manera de enseñarle a un niño a disculparse es desde un lugar sensible y empático.