Teherán, (EFE).- Hashem Sadafí estaba acostumbrado a recitar el Corán ante miles de fieles en las noches del mes de ayuno de ramadán. Este año, su compañía en el mausoleo son las cámaras que retransmiten en directo por televisión o internet la ceremonia, en un salto al mundo virtual debido a la COVID-19.
“Estamos tristes por la ausencia de los fieles y los peregrinos, pero sabemos que sus corazones están unidos a nosotros”, dice a Efe este “madah”, que lleva unas cuatro décadas dedicadas a “servir a la familia del profeta” mediante sus cánticos de elogio o de luto.
Rodeado únicamente de cámaras, cables y varios técnicos audiovisuales y de sonido, Sadafí asegura ante de comenzar con su recital nocturno en el mausoleo de Saleh que “la distancia no es importante en la vía religiosa”.
Este popular mausoleo situado en el norte de Teherán presenta este Ramadán una imagen insólita. Ahora está desierto, mientras que en los años previos tenían que colocar altavoces y pantallas en el patio ya que la multitud ocupaba hasta las calles aledañas.
En este mes de ayuno, la voz de Sadafí y de los otros “madah” que durante 30 noches efectúan sus cánticos de Corán llega a los fieles en directo a través de la televisión o de la página web del mausoleo.
LA INTERACCIÓN VIRTUAL
La televisión ha cobrado un papel fundamental en este Ramadán ante el cierre de los mausoleos y las mezquitas, aunque estas últimas han abierto en las zonas consideradas de bajo riesgo de coronavirus y, en el resto de Irán, para las tres noches especiales de Qadr o del Destino.
Es habitual que los más creyentes sigan alguno de los múltiples programas de recital de Corán y oraciones por televisión hasta el alba, cuando se toma la última comida antes del ayuno, llamada en farsi “saharí”.
Entre los programas destaca “Mahe Joda” (mes del Dios), un formato con solera emitido por el primer canal de la televisión estatal que este año modificó su estructura debido a la pandemia, que ha causado en Irán más de 7.000 muertos y 120.000 contagiados.
En la sección “Naeboziareh” (Yo peregrino por ti) pidieron a los espectadores que viven cerca de los mausoleos enviar pequeños vídeo del ambiente en los alrededores de los santuarios, cuyas puertas están cerradas desde hace dos meses.
Para realizar la lectura del Corán de modo completo, habilitaron un número de teléfono para que los ciudadanos envíen un mensaje para solicitar una página del libro sagrado y así llevar a cabo un recital colectivo pese a que cada lector se encuentre en su vivienda.
EL “MILAGRO” DE LA CREATIVIDAD
El “madah” Sadafí considera que este año “ha habido programas muy variados” para celebrar el mes sagrado, en el que los musulmanes se abstienen de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta la puesta del sol.
“Fue como un milagro que todos tuvieran tanta creatividad (…) creo que este año ha sido una chispa para que los chiíes se acerquen más al espacio virtual y estrechen lazos con Dios y los imanes”, añade.
Este impulso ha incluido redes sociales o servicios de mensajería como Telegram, bloqueado en el país persa y calificado por muchos clérigos como un medio para fomentar la inmoralidad.
En este mes sagrado tan atípico, muchos han decidido olvidarse de estos prejuicios y han recurrido a los canales de Telegram para realizar una lectura virtual de Corán en la que cada usuario notifica los versos que ha recitado.
Unas novedades que no convencen a todos los creyentes.
“Este mes de ramadán está siendo muy duro. Antes iba cada noche a la mezquita o me juntaba con mis amigas a leer el Corán, pero ahora me tengo que conformar con seguirlo por los programas de la televisión o internet”, se lamenta a Efe la maestra Sepideh Rezajaní.
Sin embargo, aunque muchos prefieran el templo, todas estas opciones son válidas en tiempos de pandemia. “Como quiera que sea el que está enamorado encuentra la vía para mostrar su amor (a Dios)”, subraya Sadafí.
EL COCHE CONVERTIDO EN SALA DE ORACIÓN
Una de las iniciativas más novedosas ha sido una especie de “autocine” donde la gran pantalla es sustituida por un escenario en el que el protagonista es el “madah” y donde los asistentes se dedican a la oración y la lectura del Corán.
En el parque de Eram, en el oeste de Teherán, una media de 300 coches se han congregado cada noche, llegando a los 900 en las citadas Noches de Qadr, indica a Efe el director de relaciones públicas del proyecto, Mohamad Yavad Tavasolí.
“No podíamos de corazón aceptar que los círculos del Corán y en recuerdo a la familia del profeta no se celebraran, por lo que -continúa Tavasolí- decidimos programar estas reuniones respetando los protocolos de salud”.
Los asistentes a las llamadas “Noches de nostalgia”, que no podían presentar síntomas de la enfermedad, debían pasar su vehículo por un túnel de desinfección y no podían salir de los coches, entre otras restricciones.
También a la entrada del mausoleo de Saleh había productos desinfectantes, guantes y mascarillas, aunque en su interior tan solo unas pocas personas se encargaban de que el canto del Corán traspasara los muros del vacío recinto.