Una cancha de basquetbol en el Centro Municipal para Deporte y Recreación de Park City, Utah, ha sido convertida en una sala de proyección, al igual que una sinagoga cercana y el auditorio de una secundaria local. Las calles de este antiguo pueblo minero están atascadas con el tráfico que no avanza.
Además, el despacho del fiscal general de Utah tiene personal disponible en una línea de asistencia telefónica las 24 horas del día en caso de que alguien sufra de acoso o amenazas sexuales durante el Festival de Cine de Sundance.
Sin importar cómo termine el juicio penal contra Harvey Weinstein en Manhattan, las revelaciones acerca de cómo usaba su poder sobre las mujeres han cambiado a Hollywood de muchas formas. Existen nuevas reglas sobre los lugares y la manera en que se celebran las reuniones, cambios legales que facilitan las demandas por acoso sexual y diferentes modos de informar cuando algo marcha mal, todo esto como parte de los esfuerzos para que Hollywood sea un lugar un poco más seguro. Y pese a que la industria está controlada principalmente por hombres, las mujeres han comenzado a conseguir más empleos ejecutivos y de dirección, los puestos de poder que determinan su cultura.
Hollywood es un negocio de personas que trabajan de manera independiente y que pasan de un proyecto al siguiente, una estructura que hace que sea difícil contener a los depredadores y que denunciar sea particularmente peligroso. Sin embargo, los activistas y los profesionales de la industria afirman que las medidas que se están tomando implican que se está prestando una atención continua a este asunto, que ha habido cierta mejora en las condiciones cotidianas de trabajo y que quizás hay señales de un cambio auténtico.
“Creo que a la mayoría de la gente le gustaría ver una situación en la que las personas fueran a trabajar y se sintieran a gusto en ese ambiente”, señaló Gail Berman, productora y copresidenta de la asociación de productores de Estados Unidos, que ahora ofrece capacitación contra el acoso sexual a proyectos independientes. “¿Eso significa que ya no existe comportamiento abusivo alguno en este negocio? Yo diría que esa es una suposición absurda. Pero puedo decir que creo que hay una honesta disposición por parte de mucha gente para cambiar esta cultura”.
Una lucha que comenzó hace un siglo
En el juicio de Manhattan por agresión sexual contra Weinstein están involucradas dos mujeres. Una era una asistente de producción de cine quien afirmó que él la obligó a hacerle sexo oral en su departamento. Otra era una aspirante a actriz que señaló que él la violó en la habitación de un hotel de Manhattan. Los abogados de Weinstein dicen que los “correos electrónicos amorosos” entre él y estas mujeres que lo acusan demuestran que todo fue consensuado.
Pero para muchas de las decenas de mujeres que lo han acusado de comportamiento sexual indebido, la historia fue la misma: las actrices afirman que las acorralaba en habitaciones de hotel y les ofrecía papeles en películas como forma de coacción. Acuéstate conmigo y serás una estrella. O, no lo hagas y te arruinaré.
Al menos dos mujeres han acusado a Weinstein de violación o de agresión sexual mientras estaban en Sundance, el principal festival anual de películas independientes del país. En 2018, solo unos meses después de que estallaran las acusaciones contra Weinstein, el festival dio a conocer la línea de asistencia telefónica, la cual ahora se anuncia con letreros en toda Park City y en las credenciales del festival. Un vocero del despacho del fiscal general de Utah dijo que, aunque el despacho no llevaba un registro de las denuncias de acoso sexual que se hacían en la línea de asistencia, los investigadores recordaban haber recibido una llamada en 2018 y ninguna el año pasado.
Pese a que el proceso de audición y selección de actores se profesionalizó desde hace años, las inquietudes en torno al “casting de sofá” —un eufemismo que implica solicitar sexo a cambio de un empleo— son tan antiguas como Hollywood.
Según Denise McKenna, una historiadora que ha investigado los inicios de la industria cinematográfica, los cineastas empezaron a llegar a Los Ángeles alrededor del año 1910 y, para 1915, un ministro llamado Charles Selecman hizo una campaña contra lo que llamaba los “padecimientos morales en Los Ángeles”. En la prensa local aparecían artículos que insinuaban que obligaban a las mujeres a tener sexo a cambio de trabajo bajo titulares como “Chica cuenta a Selecman sobre los peligros del vicio en las películas” y “Combatiremos hasta el final las fechorías de los estudios, afirma un pastor”.
El comportamiento intimidatorio iba más allá de los estudios más importantes. Uno de los puntos ciegos expuestos por el movimiento #MeToo (#YoTambién) fue la forma en que el sistema de Hollywood, en el cual los estudios casi nunca tienen control directo sobre los empleados de productores poderosos e independientes como Weinstein, dejaba a los trabajadores sin ningún lugar a donde acudir con sus denuncias. Entre otros cambios en la industria, Warner Bros., por ejemplo, ha creado un equipo de recursos humanos asignado específicamente a sus producciones. Y la Hollywood Commission, encabezada por Anita Hill, está construyendo un sistema donde todos los que aún no tengan dónde presentar denuncias puedan informar sobre acoso o discriminación.
Ahora se exhorta a los actores a que eviten reuniones individuales en ambientes privados. SAG-AFTRA, el sindicato de actores de cine, ha emitido lineamientos que dicen que sus miembros no deben acudir a reuniones en casas ni hoteles y, si creen que tienen que hacerlo, deben ir acompañados.
Sharon Bialy, directora de reparto en Los Ángeles, durante sus audiciones, siempre está acompañada en la habitación por al menos otra persona. Es algo que ella ha hecho durante mucho tiempo y ahora se empeña en que todo su personal haga lo mismo.
Aunque es seguro que todavía hay reuniones privadas, incluso en habitaciones de hoteles, algunos profesionales de la industria mencionaron que una reunión en un hotel ahora podría celebrarse en el vestíbulo, o que la que habría sido una reunión en una oficina en casa ahora se lleva a cabo en una cafetería.
“Ahora todos conocen el panorama”, señaló Bialy. “Y creo que ahora la gente es más cautelosa y consciente al respecto”.
Con la cámara bajo las sábanas
¿Qué podría hacer a alguien más vulnerable que despojarse de su ropa en una habitación llena de gente y simular que tiene relaciones sexuales con un compañero?
Las escenas de sexo, que son difíciles, en el mejor de los casos, con facilidad pueden salir terriblemente mal. De acuerdo con Time’s Up, el grupo encabezado por Hollywood que combate el acoso sexual, los actores han llegado el día del rodaje y se les ha presionado para que muestren más de lo que habían acordado, o después descubren que miembros del equipo de filmación habían tomado videos de ellos con sus teléfonos celulares y los habían publicado en internet. A algunos actores les han dicho que de verdad deben tener relaciones y no solo simularlas.
Time’s Up ha publicado guías sobre cómo manejar las escenas de sexo simuladas e íntimas, y lo que deben hacer los actores en una audición si alguien les dice que “regresen con ropa más sensual”. Las leyes nuevas en California y otros lugares facilitan las demandas contra personas como productores y directores por acoso sexual y han restringido el uso de convenios de confidencialidad que evitan que las víctimas denuncien y permiten que los agresores continúen con su comportamiento pernicioso.
Además, en los dos últimos años, las producciones recurren cada vez más a coordinadores de relaciones íntimas, cuyo trabajo, que es algo entre un coordinador de escenas de riesgo y un terapeuta, es hacer que las escenas sean tan cómodas como sea posible para los actores mientras que al mismo tiempo sean convincentes para el filme. Conversan con ellos sobre los límites y las enfermedades de transmisión sexual. Se aseguran de que los actores tengan disponibles batas para que las usen entre una toma y otra, y cubiertas para los genitales durante la filmación. También hablan con veracidad sobre lo que se mostrará y lo que no, y se aseguran de que esos límites vengan por escrito en la “cláusula de desnudez” de los contratos.
“Por lo general, se manejaba, en especial en la televisión, con una cláusula en el contrato de la actriz que decía: ‘La actriz acepta aparecer desnuda e interpretar escenas de carácter sexual durante la serie’, y eso era todo”, afirmó Claire Warden, coordinadora de relaciones íntimas. “Ahora, hay una cláusula para cada escena de cada episodio, y esta debe decir: ‘La actriz mostrará la parte superior y lateral del seno, pero no el pezón’”, explicó.
Las mujeres en el poder
Como parte del movimiento #MeToo, ha habido una presión resonante para contratar a más mujeres y a más personas de color en puestos de poder en Hollywood. Según los activistas, esa es la clave para cambiar la cultura de la industria cinematográfica, así como el tipo de historias que se celebran y se cuentan. (Este año, criticaron a los premios Oscar por nominar casi exclusivamente a personas blancas en las ternas de mejor actuación y dejar de lado por completo a las mujeres en la categoría de mejor dirección).
Darnell Hunt, profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, quien emite un informe anual sobre la diversidad en Hollywood, señaló que, aunque ha aumentado la participación de mujeres que dirigen grandes películas y actúan en ellas, todavía no está cerca de lo que debería ser. Las mujeres dirigieron aproximadamente el cuatro por ciento de las 200 películas más populares de 2011, afirmó. Para 2017, ese porcentaje aumentó a poco menos del trece por ciento.
Tal vez lo más importante es que en algunos de los estudios cinematográficos más grandes, incluyendo a Disney, Warner Bros., Netflix y Amazon, el 82 por ciento de los directores ejecutivos actuales son hombres, y el 91 por ciento de ellos son blancos, de acuerdo con el próximo informe de 2020 de Hunt sobre la diversidad.
Mara Grobins Nasatir, una de las directoras del trabajo de entretenimiento de Time’s Up, dijo que a pesar de que había mejoras claras, “también parece que vamos avanzando a paso de tortuga”.
“Aunque estoy muy entusiasmada y esperanzada porque se están dando las conversaciones de una manera en que no sucedía hace dos años, también creo que hay una necesidad urgente de cambio debido a que se le sigue haciendo daño a la gente”, comentó. “La seguridad está en juego”.
Un letrero en el Festival de Cine de Sundance en Park City, Utah, el 27 de enero de 2019. (Brad Torchia/The New York Times)
c.2020 The New York Times Company