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Soy mamá 24 horas y 7 días a la semana, y aún cuando la jornada es extensa es muy gratificante concluirla cada día junto a mi familia. A veces pienso que mis días tienen más horas que las del resto del mundo porque hago tantas cosas que no sé cómo enumerarlas sin agotarlos a ustedes. Soy secretaria, pero al mismo tiempo mamá de toda la oficina, los cuido, les doy consejos, soy su hombro de llanto y secador de sus lágrimas, aparte archivo, hago citas, escribo cartas, facturas, cobros, en fin, resuelvo el mundo de la oficina. Cuando llego a casa repito nuevamente todo, oigo a mis hijos, a la nana, al plomero, al conserje y al marido. Para todos tengo respuestas, no sé cómo pero lo hago.
Mis rutinas de madre incluyen lidiar con el colegio, supermercado, citas médicas, compras, hacer cuentas de los gastos y un gran etcétera. Como pueden ver soy la Mujer Maravilla versión mamá.
Sin embargo, a veces siento que no es suficiente, siento que debería hacer más por mis hijos y rendir el doble en el trabajo. Recibir miradas desaprobatorias en la empresa cuando no puedo ir, porque alguno de mis hijos está enfermo, me llena de frustración. Tengo la sensación de que la sociedad espera que nosotras podamos solas con todo, que carguemos con la mayor parte de la responsabilidad, esperan que seamos la eterna perfección, no aceptan que soy una persona real y no un personaje de comic. Pero, ¿acaso saben ellos lo que necesita mi familia?, ¿o yo? Me gustaría que en este Día de las Madres la sociedad se pusiera en mis zapatos, que supieran lo que significa realmente ser una súper mamá.