Colombo, 24 abr (EFE).- La serie de ataques terroristas coordinados a varias iglesias y hoteles de lujo de Sri Lanka durante el Domingo de Resurrección, que mató a más de 300 personas y dejó heridas a más de 500, amenaza la economía de la nación insular que depende principalmente del turismo.
El país de las prístinas playas, los infinitos campos de té y los densos bosques, uno de los destinos favoritos del sur de Asia, comenzó a percibir los daños que los atentados tendrán para su futuro, y la incertidumbre de los visitantes que ya no sienten el país como un lugar seguro.
“No había ni una sola persona, ni un solo coche, solamente militares. Era una ciudad en duelo, teníamos la impresión de que era una ciudad fantasma en la que sus habitantes viven con miedo”, relata a Efe el francés Jean-Marc Ané, que llegó a la isla de visita junto a su mujer la tarde del atentado.
La tarde de los ataques, cometidos durante las celebraciones religiosas de la minoría cristiana, la capital del país era una ciudad “completamente desierta, se había decretado el toque de queda, por lo que no había nadie en las calles a pesar de que el Colombo que habíamos conocido era un lugar lleno de vida”, agregó.
De acuerdo a los datos oficiales, 38 de los muertos y 19 de los heridos son extranjeros, con distintas nacionalidades, varios de ellos chinos, daneses, españoles, británicos, o indios.
“Esto tendrá un impacto directo en el turismo. Estamos atendiendo esto, puede que experimentemos un éxodo”, de turistas, dijo en una rueda de prensa el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, al ser consultado por el impacto que tendrán los atentados en la economía.
Aunque “algunos turistas han abandonado la isla, lo que es comprensible”, el primer ministro aseguró que las instalaciones turísticas están funcionando con normalidad.
“Daremos una señal cuando la situación esté totalmente bajo control”, añadió.
El presidente de la Autoridad de Desarrollo Turístico de Sri Lanka, Kishu Gomes, dijo a Efe que “es muy prematuro” dar un pronóstico del impacto que tendrá en el sector de servicios, y que la garantía de seguridad de la nación está en manos del Gobierno.
Algunos operadores turísticos ya han comenzado a experimentar los efectos de lo que parece una reducción inmediata de la demanda junto a las cancelaciones de los viajeros que preveían llegar al país en los próximos días.
“Creo que si el gobierno no toma el control de la situación ahora mismo, esta será otra explosión. No creo que el turismo en Sri Lanka tendrá una buena oportunidad”, dijo a Efe Janaka, un chófer de turistas de la ciudad central de Kandy.
El conductor, que ya ha recibido la cancelación de las dos familias con las que planeaba trabajar en las próximas semanas, opina que “el efecto fue inmediato” y que podría amenazar su futuro.
“Este es el único ingreso que tengo, así que si sigue así, definitivamente tendré que buscar otro trabajo y renunciar a todos nuestros planes para el futuro”, lamentó.
De acuerdo a los datos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, la actividad turística y de servicios aporta el 12,5 % del Producto Interno Bruto del país de poco más de 20 millones de habitantes, y ofrece empleo a más de un millón de ellos.
Los ataques comenzaron de forma simultánea con potentes explosiones en tres hoteles de lujo en Colombo y también en una iglesia de la capital, otra en Katana, en el oeste del país, y una tercera en la oriental ciudad de Batticaloa.
Las explosiones continuaron horas después con una séptima detonación en un pequeño hotel situado a una decena de kilómetros al sur de la capital, y la última en un complejo residencial en Dematagoda, también en Colombo.
Los atentados por los que más de 40 sospechosos han sido detenidos, fue reivindicado el martes por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) a través de un comunicado.
Atentados de esta magnitud no habían tenido lugar en Sri Lanka desde la guerra civil entre la guerrilla tamil y el Gobierno, un conflicto que duró 26 años y finalizó en 2009, y que causó, según datos de la ONU, más de 40.000 civiles muertos. EFE