Todos conocemos al cíclope más famoso de la mitología griega, Poligemo, el gigante de un solo ojo que figura en la Odisea de Homero. Lejos de tratarse de un mito, la ciclopía es una malformación muy poco frecuente, pero real, que se conoce desde hace miles de años.
La agencia Sinc ha publicado un estudio que analiza el origen embrionario de esta anomalía congénita, caracterizada por la presencia de un ojo único en un embrión. Según indican, puede asociarse también con otras malformaciones faciales “como la ausencia de nariz, o, en raras ocasiones, la presencia de una trompa o probóscide situada por encima de las estructuras oculares”.
Según cuenta al medio Palmquist-Gomes, coautor del estudio, “a pesar de la baja incidencia de la cicloía en la población, los fetos humanos que presentan esta malformación no son viables y fallecen durante el desarrollo o después de nacer”.
El estudio ha analizado el caso de ciclopía en un embrión de pollo para entender el origen de la aparición de estas malformaciones. Las conclusiones de la investigación residen en la identidad celular de los tejidos faciales, que durante el desarrollo embrionario es complejo. Además, subrayan en el estudio que durante el desarrollo, puede asociarse también a los tejidos olfatorios, y no a los progenitores de la retina. “Estos descubrimientos arrojan luz acerca del origen de esta compleja malformación facial”, concluyen los investigadores.
Fuente: 20Minuto.es