Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Trujillo ha descubierto los restos de 227 niños que habrían sido sacrificados hace más de mil años en la costa norte de Perú. “Es el sitio más grande donde se han encontrado restos de niños sacrificados, no hay otro en el mundo”, declaró el arqueólogo jefe Feren Castillo a la agencia AFP.
Los despojos de los menores, de entre 4 y 14 años, aparecieron extendidos, mirando hacia al mar. Algunos todavía tenían piel, cabello y orejeras de plata. Según Castillo fueron sacrificados con la finalidad de apaciguar a los dioses luego de una serie de catástrofes naturales relacionados al fenómeno meteorológico El Niño. “Hemos encontrado más evidencia de lluvias en los hallazgos”, dijo el investigador.
El lugar del descubrimiento, en el sector Pampa La Cruz en Huanchaco, municipio de Trujillo, y su antiguedad corresponden a la civilización de los chimú, alrededor de un siglo antes de la incursión del español Francisco Pizarro en Perú. Esta cultura dominaba el norte de Perú antes de que lo conquistaran los incas, y construyeron la ciudad más grande de la Suramérica precolombina, Chan Chan.
Fray Antonio de la Calancha describió estos rituales en la única fuente etnohistórica sobre los sacrificios infantiles de los chimú, publicada en Barcelona en 1638, notando que solían hacerse en el valle del Jequetepeque durante eclipses lunaresjunto con ofrendas de frutas y telas de colores. También habla de un curandero local llamado Mollep que sacrificaba niños en lugares sagrados llamados “guacas”.
Se trata del tercer descubrimiento de su tipo dentro o cerca del sitio arqueológico de Pampa la Cruz, luego de que aparecieran restos de 56 niños en junio del 2018. National Geographic financió y documentó el hallazgo de los esqueletos de 140 niños y más de 200 llamas en Huanchaquito-Las Llamas, en abril de ese mismo año. Hasta ahora se consideraba el más grande.
De acuerdo a pruebas de radiocarbono hechas a los fardos funerarios y textiles enterrados, las tumbas podrían haber sido hechas entre los años 1400 y 1450. Según las marcas comunes entre los cadáveres humanos y animales, con cortes por la mitad del esternón y costillas dislocadas, se puede concluir que murieron en un único ritual en el que sus pechos fueron abiertos para extraerles el corazón. Los chicos también habrían tenido sus caras embarradas con cinabrio rojo, tal vez con un propósito ritual. Castillo observó que “definitivamente, Huanchaco es el lugar elegido para hacer estos sacrificios”.
Entre las hipótesis que se barajaron aparece una que logra justificar la rareza de este fenómeno. Según Haagen Klaus, un antropólogo de la Universidad George Mason, los sacrificios de niños se debían a que la muerte de adultos no parecía aplacar las intensas lluvias e inundaciones que anegaban los cultivos de los chimú, que dependían de la agricultura. “La gente sacrifica lo que más valora. Puede que vieran que el sacrificio adulto era ineficaz. Puede que hubiera la necesidad de probar un nuevo tipo de víctima sacrificial”, le dijo a National Geographic.
A pesar de este hallazgo sin precedentes, todavía queda trabajo en el sitio arqueológico en Pampa la Cruz. “Allí donde empezamos a cavar sale otro [resto]”, dijo Castillo. “Es algo incontrolable; donde excavas hay uno más”.