El nombre de Ted Kaczynski, conocido mundialmente como el Unabomber, sigue resonando décadas después de su arresto debido a los actos de violencia extrema que llevaron al límite la capacidad de investigación del FBI. Entre 1978 y 1995, Kaczynski ejecutó una serie de atentados con bombas que provocaron la muerte de tres personas y lesiones graves a 23 más. Sus objetivos incluían universidades, aerolíneas y otras instituciones que, según él, representaban los avances tecnológicos y la industrialización que tanto detestaba.
Nacido en 1942 en Chicago, Kaczynski fue un prodigio matemático que ingresó a la Universidad de Harvard a los 16 años y más tarde obtuvo un doctorado en matemáticas en la Universidad de Michigan. Sin embargo, abandonó su prometedora carrera académica para vivir como un ermitaño en una cabaña de 3 x 4 metros cerca de Lincoln, Montana, sin electricidad ni agua corriente.
Desde este refugio, Kaczynski fabricó sus bombas con materiales comunes, haciéndolas casi imposibles de rastrear, y seleccionó a sus víctimas de forma aparentemente aleatoria, basándose en investigaciones realizadas en bibliotecas, de acuerdo con datos históricos del buró de investigaciones de Estados Unidos (FBI).
El FBI inició su investigación en 1979 tras una serie de ataques que involucraban universidades y aerolíneas, lo que llevó a la creación de la unidad “UNABOM” (acrónimo de University and Airline Bombings). Durante años, el caso desconcertó a los investigadores debido a la ausencia de evidencia forense y la falta de un patrón claro en la elección de las víctimas.
Las bombas, construidas a partir de piezas recicladas y material de desecho, mostraban un nivel de sofisticación que aumentaba con cada ataque, mientras que las pistas falsas añadidas deliberadamente por Kaczynski complicaban aún más el trabajo de los analistas.
En este texto, Kaczynski culpaba a los avances tecnológicos de la pérdida de la libertad individual y defendía la necesidad de una revolución violenta para destruir el sistema industrial. Aunque hubo un intenso debate sobre si publicar o no el manifiesto, el FBI, bajo la dirección de Louis Freeh, y la fiscal general Janet Reno decidieron sacarlo a la luz con la esperanza de que alguien reconociera al autor.
La estrategia funcionó. David Kaczynski, hermano del Unabomber, identificó el estilo de escritura del manifiesto como similar al de cartas que había recibido de Ted. David proporcionó estas cartas al FBI, lo que permitió a los lingüistas confirmar que ambas escrituras provenían de la misma persona. Este análisis, combinado con otros datos obtenidos a lo largo de los años, permitió a las autoridades obtener una orden de registro para la cabaña de Ted Kaczynski.
El 3 de abril de 1996, Kaczynski fue arrestado, y en su vivienda se encontraron pruebas abrumadoras: componentes de bombas, un artefacto explosivo listo para ser enviado, y 40.000 páginas de diarios manuscritos que describían sus experimentos y crímenes. En 1998, Kaczynski se declaró culpable y fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en una prisión de máxima seguridad en Colorado.
El caso de Luigi Mangione
A pesar de su arresto y aislamiento, las ideas de Kaczynski han seguido resonando en ciertos círculos extremistas. Un reciente informe del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) vincula al Unabomber con el caso de Luigi Mangione, acusado del asesinato del director ejecutivo de UnitedHealthcare, Brian Thompson, el pasado 5 de diciembre. Según el análisis del NYPD, Mangione se habría inspirado en las ideas de Kaczynski, adoptando su narrativa anti-tecnología y anti-corporativa.
El informe, obtenido por ABC News, revela que Mangione expresó admiración por las teorías del Unabomber a través de redes sociales y otras plataformas. En su perfil de Goodreads, por ejemplo, calificó los escritos de Kaczynski como “interesantes” y lo describió como un “político revolucionario”. Mangione, según el NYPD, compartía una preocupación similar por el impacto negativo del progreso tecnológico en la sociedad moderna y veía a las corporaciones, especialmente las relacionadas con los seguros de salud, como entidades corruptas y explotadoras.
En su nota de confesión, Mangione justificó el asesinato de Thompson como un acto simbólico para exponer lo que él percibía como la codicia y el abuso de las compañías de seguros de salud. Citó estadísticas sobre los altos costos del sistema de salud en los Estados Unidos y las bajas clasificaciones del país en esperanza de vida como evidencia de su argumento. “Francamente, estos parásitos se lo buscaron”, escribió Mangione, refiriéndose a las corporaciones como “mafias” que habían acumulado demasiado poder.
El informe del NYPD también advierte sobre las posibles repercusiones del caso, señalando que las acciones de Mangione podrían convertirlo en un “mártir” para otros extremistas. Tras el asesinato, múltiples usuarios en redes sociales aplaudieron su acto, con comentarios como “los CEO deberían actuar como si todos tuvieran objetivos en sus espaldas” y “todos los ejecutivos deberían ser considerados”.