El programa se ha convertido en una especie de ventana a través de la cual asomarse a la vida privada de una de las parejas más famosas y longevas de Hollywood: la que forman Will y Jada Pinkett Smith. En sus intervenciones, a veces juntos y a veces por separado, los dos actores han hablado de la manera más honesta posible de sus problemas a la hora de criar a sus hijos en una familia moderna -él es padre de un joven de 26 años con su primera mujer- o de las crisis que han atravesado a lo largo de sus dos décadas de convivencia, incluidos los 45 días que ella se pasó llorando sin saber explicar muy bien por qué.
Ventilar sus problemas y sus errores ha sido una especie de desahogo para liberarse de la presión que suponía ser considerados, a ojos de la industria y del público, el matrimonio perfecto.
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“Lo más importante para nosotros cuando decidimos hacer el programa era, sobre todo, acabar con esa idea preconcebida de que la gente ‘famosa’ tiene unas relaciones sentimentales idílicas y perfectas. Estábamos hartos de intentar estar a la altura de las expectativas. No lo soportábamos más”, ha explicado Jada a su paso por el talk-show de Stephen Colbert, en el que ha asegurado que está muy orgullosa de que un hombre de éxito como su marido haya sido capaz de sincerarse acerca de sus fracasos y aceptar su parte de culpa.
El hecho de que Will y ella atraviesen a día de hoy una etapa muy estable -nada que ver con esos años en los que estuvieron al borde del divorcio- ha contribuido a que la intérprete pueda decir a día de hoy que se siente completamente feliz por primera vez en sus 47 años,
“Creo que antes asociaba demasiado la felicidad con el placer y ahora me he dado cuenta que ser feliz consiste en sentirse en paz. Y yo estoy más tranquila ahora que nunca antes en toda mi vida, así que también soy mucho más feliz de lo que lo había sido antes”, concluyó.
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Fuente: Quién