Londres (EFE).- El Gobierno británico anunció este lunes que ha activado medidas de emergencia para evitar el hacinamiento en las cárceles inglesas, debido al aumento de los condenados por los disturbios violentos que estallaron hace dos semanas.
Las medidas, activadas en virtud de la llamada ‘Operación Amanecer Temprano’, permiten que los acusados puedan ser retenidos en celdas de comisarías y no tengan que comparecer ante un tribunal hasta que haya una plaza disponible en una prisión.
Las disposiciones de emergencia afectan a las regiones del norte de Inglaterra, como Yorkshire, Cumbria, Lancashire, Manchester, Mersydide y Cheshire.
El sistema penitenciario en Inglaterra, ya de por si bastante saturado, se ha visto desbordado por el reciente aumento de los condenados por los actos violentos.
Los disturbios antiinmigración fueron instigados por grupos de extrema derecha en respuesta al ataque con arma blanca de hace tres semanas en un centro recreativo de Southport, en el noroeste inglés, donde un agresor mató a tres niñas e hirió a otras diez personas.
El secretario de Estado de Prisiones, James Timpson, dijo hoy que el Ejecutivo laborista “ha heredado un sistema judicial en crisis” y, por lo tanto, “nos hemos visto obligados a tomar decisiones difíciles pero necesarias para mantenerlo en funcionamiento”, por lo que “se ha activado la Operación Amanecer Temprano para gestionar la presión que se siente en algunos lugares del país”.
Nev Kemp, subdirector del Consejo Nacional de Jefes de Policía, indicó a los medios que las fuerzas del orden seguirán haciendo detenciones a fin de “mantener la seguridad del público, incluida la vigilancia de protestas y eventos y la garantía de que las personas sean arrestadas, como se espera”.
Según el Gobierno, las rápidas medidas para procesar y acusar a los responsables de los disturbios “han exacerbado los problemas de capacidad que ya existían desde hace tiempo en nuestras prisiones”.
Más de 470 personas han sido acusadas por diversos delitos tras las revueltas que estallaron en varias ciudades británicas, donde numerosas personas -en muchos casos con el rostro cubierto- lanzaron piedras, botellas y latas contra la policía que trataba de contener la violencia, pero también atacaron hoteles que albergaban a solicitantes de asilo y mezquitas.