Las autoridades italianas desmantelaron hoy un clan mafioso en la región de Calabria (sur) que disponía de armas de guerra y que controlaba dos puertos enteros y todo el sector de la pesca de la zona mediante la intimidación de los pescadores.
La Fiscalía de Catanzaro (sur) ordenó este jueves el arresto de 31 sujetos -26 en prisión preventiva y 5 en domiciliar- por pertenecer a la conocida como «Locale di Cirò», célula vinculada a la ‘Ndrangheta calabresa, actualmente la mafia más potente y peligrosa del país y una de las más temidas del mundo.
Las investigaciones, comenzadas en junio de 2019, demostraron la capacidad de la «ndrina» o clan de reorganizarse tras las operaciones policiales y revelaron una estructura formada por «veteranos» y «nuevos afiliados», explica la Fiscalía en un comunicado.
Los líderes de esta mafia recibían también a víctimas locales de robos u otros delitos para lograr justicia o recuperar sus bienes, en vez de recurrir a las instituciones estatales.
Además, el clan era capaz de «controlar el territorio», la zona de Crotone, en el Golfo de Táranto, «mediante su fuerza intimidatoria, tal y como demuestran los numerosos episodios de extorsión a empresas y comercios».
De este modo, trataba de monopolizar económicamente enteros sectores comerciales, abriendo nuevas factorías gestionadas por sus miembros criminales, por sus familiares u otros testaferros.
La Locale di Cirò, mediante clanes afiliados en Strongoli, Cariati o Mandatoriccio, controlaba los puertos de Cirò Marina y de Cariati mediante un sistema de amenazas con el que obtuvo el monopolio de «todo el sector del pescado» de la zona.
Los pescadores debían entregar a los mafiosos sus productos frescos a los precios que ellos imponían, solo pescar determinadas especies y utilizar las lonjas de la organización criminal.
Luego extorsionaban también a las pescaderías de esta comarca para comprar única y exclusivamente sus productos.
La Locale di Cirò también se infiltró en el sector hortofrutícola sometiendo a «vejaciones e intimidaciones» a los recolectores, que debían poner dinero en un fondo del que se sacaban los «sueldos» de los afiliados mafiosos y se llegó incluso a pagar las bodas de la hija del líder de la organización criminal.
EFE