Los Guardianes se hicieron de un nombre esta temporada. De ser un equipo por el que pocos apostaban algo, pasaron a pelear por el título en octubre.
Con muchas dudas en su nómina al concluir el campamento de primavera, nadie suponía que ganarían tranquilamente el título de la División Central de la Liga Americana. Tampoco eran favoritos para barrer a Tampa Bay en la ronda de comodines. Y definitivamente no se esperaba que llevaran al límite a los Yanquis de Nueva York antes de quedarse sin gasolina.
Pero el equipo más joven de las mayores, con 17 jugadores que debutaron en Grandes Ligas en 2022, creció mucho más rápido de lo que todos esperaban. Estos Guardianes se reconectaron con la base de aficionados de Cleveland, que todavía utilizaba la ropa de los Indios y estaba descontenta con el cambio de nombre.
“Definitivamente podemos construir a partir de esto”, dijo el jardinero novato Steven Kwan el martes por la noche, en un sombrío clubhouse dentro del Yankee Stadium, todavía en medio del rugido por la victoria del equipo local 5-1 para avanzar a la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
“Está muy fresco ahora, pero estoy seguro que en un par de días podremos reflexionar, aprender algunas cosas de las situaciones que hemos pasado y, con suerte, seguir adelante”.
La base quedó establecida. El futuro luce brillante para una franquicia que no ha ganado la Serie Mundial en 74 años.
Nadie, y eso incluye a gente dentro de la organización, visualizó a los Guardianes con esta clase de temporada. Pero al reconocer su juventud y no usarla como una excusa, el equipo del manager Terry Francona desafió a las probabilidades se quedó a un par de lanzamientos erráticos y a un poco de bateo oportuno de estar entre los últimos cuatro equipos que siguen en la pelea.
“Este es el grupo más especial del que he formado parte”, dijo el catcher Austin Hedges, uno de los líderes del equipo y el único agente libre notable. “Este es un año que nunca voy a olvidar”.
Todo comenzó con el tercera base dominicano José Ramírez, quien firmó un contrato de siete años por 141 millones previo al día inaugural, un acuerdo amigable para el equipo que ayudó a quitar la atención del cambio de nombre y de las pocas transacciones realizadas por Cleveland en el receso.
El compromiso de Ramírez marcó la pauta dentro del campo y fue el líder (con 29 cuadrangulares, 126 carreras impulsadas y excelente defensiva). Tuvo una temporada digna de ser considerada para el Jugador Más Valioso, de no ser por la brillantez de Aaron Judge y Shohei Ohtani.