Oficiales de las fuerzas militares de Venezuela supervisaban la venta de combustible para mantener el orden, amenazado por conductores molestos que deben aguardar horas o hasta días para surtir sus vehículos.
Las filas de automóviles reaparecieron en los últimos días en el país petrolero, que sufre una severa crisis económica, debido a una profunda caída de las importacionesagudizada por sanciones internacionales y a la paralización de la segunda refinería más grande del país.
En algunas estaciones de la fronteriza San Cristóbal, grupos de guardias nacionales con equipos antimotines vigilaban el expendio, pero en ciudades más grandes los oficiales recorrían en moto las estaciones despachando órdenes a los encargados del suministro.
En la occidental Maracaibo, se ordenó que después del mediodía se despachen sólo 20 litros de combustible por vehículo.
En Puerto Ordaz y Punto Fijo, muy cerca del mayor complejo refinador, la orden de los militares es entregar un límite de 40 y 30 litros.
“Ellos (la Guardia Nacional) son los que han tomado las bombas (…) Cada cinco horas llegan comisiones de la División de Inteligencia Militar a medir cuánto queda de gasolina”, dijo Rocío Huerta, una gerente de una estación de servicio en Maracaibo, que confirmó la orden de limitar la venta.
“Pasé 12 horas en la cola y no logré echar gasolina. A las dos de la tarde el guardia dijo que sólo 20 litros por vehículo (…) pero a las siete se acabó la gasolina”, contó Víctor Chourio, un taxista de 58 años que llegó a primeras horas del día a la estación.
Cuando se agota el combustible, los oficiales buscan desalojar las estaciones, pero muchos conductores vuelven pronto a formar filas para aguardar a la próxima reposición.
La estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) dijo en un comunicado el domingo que la compañía “cuenta con inventario suficiente” para distribuir gasolina “de forma oportuna, confiable”. El malestar en las largas filas no parece acreditar la afirmación.
PDVSA agregó que rumores “buscan desestabilizar el normal desenvolvimiento de la distribución de combustible e impulsan las compras nerviosas”, sin hacer mención en el comunicado a la situación en varias regiones.
“Llevo cinco horas de cola para llenar solo con 40 litros”, dijo en la ciudad de Puerto Ordaz, Eduardo Pereira, un maestro de 47 años, que conseguía llenar el tanque después de unos 200 vehículos. “Esto no alcanza para nada. Entre ir al trabajo y llevar a mis hijos a la escuela se me acaba en dos días”.
En algunas ciudades, las fuerzas de seguridad habilitaron surtidores para despachar gasolina a ambulancias, personal médico y vehículos oficiales, una medida que despertó críticas entre la gente que permanecía en filas de varios kilómetros.
Conductores en Valencia, un enclave industrial del país, resolvían el sábado viajar unos 100 kilómetros a zonas menos pobladas donde las colas para cargar gasolina eran más cortas y no se imponían límites.