La historia de los españoles en América Latina tuvo un momento y un lugar de inicio: la ciudad de Santo Domingo, hoy populosa capital de un país que se destaca en la zona central de las Antillas. Así como actualmente es uno de los diez mejores lugares para vivir tras el retiro de la vida laboral, también ofrece diversión para los jóvenes, aventuras para los intrépidos y diversión para las familias.
Oficialmente llamada Santo Domingo de Guzmán, es la metrópolis más importante del país y la ciudad más poblada del Caribe con más de un millón de “capitaleños”, gentilicio con el que se distingue de los nacionales dominicanos que residen en el casco urbano denominado Distrito Nacional, y más de cuatro millones de personas que habitan o trabajan en la ciudad. Haciendo honor a su origen, hablan en español, al que le dan esa tonada caribeña tan típica y que enamora a los extranjeros.
Su historia no puede ser más singular: fue el primer asentamiento español permanente en América, y a su vez, la última residencia de Cristóbal Colón en América. De hecho, fue fundada por su hermano Bartolomé hace casi 525 años, el 5 de agosto de 1498. Ella también alberga la primera catedral católica y el primer castillo o palacio virreinal de América, el Alcázar de Colón, los que se pueden visitar todos los días.
Estas verdaderas reliquias de la historia que abraza a todo el continente americano están ubicadas en la Ciudad Colonial, una zona declarada Patrimonio Cultural Mundial por la UNESCO. Y como la tradición también la escribe la gastronomía, en Santo Domingo se encuentra la que se dice fue la primera taberna cuyo nombre es “Pata de Palo”, haciendo honor a su supuesto dueño, un famoso pirata.
Tal vez él fue uno de los tantos piratas avistados desde el Faro de Colón y reducidos desde la Fortaleza de Santo Domingo, el recinto militar colonial más antiguo de América, reconocido entre los lugareños como Fortaleza Ozama, por el río que la bordea. La sede militar, convertida en museo en la pasada década del 70, tiene otra característica llamativa: uno de sus alcaides en el siglo 16 fue Gonzalo Fernández de Oviedo, primer cronista del nuevo mundo, quien escribió Historia General y Natural de Indias, ubicada entre las obras más importantes sobre estos primeros tiempos de la colonización.
Pero no todo es historia de la conquista, uno de los edificios más llamativos de la ciudad es el Palacio de Bellas Artes. De estilo neoclásico, fue construido a mediados del siglo pasado y para ello se utilizó en su interior, mármol de Carrara, jade, alabastro, bronce, hierro forjado, oro y seda, entre otros materiales exquisitos. Sus galerías de exposiciones y su auditorio de 650 butacas ofrecen una cartelera de arte, conciertos, teatro y danza de calidad internacional muy representativos del movimiento cultural y artístico de vanguardia que se despliega junto a los monumentos históricos.
A solo dos horas de Miami y situada sobre el mar Caribe, Santo Domingo es el principal puerto de República Dominicana, lo que la imprime de un movimiento comercial y turístico ágil y entusiasta. No hace falta salir de la ciudad para disfrutar de una naturaleza sorprendente. Al este de la ciudad, por ejemplo, está la Cueva de los Tres Ojos, una curiosidad geológica que ofrece tres piscinas naturales de aguas minerales localizadas dentro de lo que fue una gran caverna y donde se mezcla la vegetación tropical con estalactitas, estalagmitas y rocas calcáreas y calizas, conformando un escenario fantástico.
En tanto, el Jardín Botánico de la ciudad es un área protegida de carácter científico y educativo que ofrece exhibiciones permanentes de flora tropical, las que se pueden apreciar a través de senderos que surcan todo el jardín. Por su parte, el Acuario Nacional, ubicado sobre un gran acantilado con una prodigiosa vista del Mar Caribe, exhibe 184 especies de peces en sus peceras y estanques al aire libre.
Pero si se habla de Caribe se quieren playas y mar. Ellas, claramente, son sinónimos de Santo Domingo, cuyo clima tropical garantiza su disfrute cada día del año. El contorno de la ciudad se puede recorrer casi en su totalidad a través del Malecón de Santo Domingo, una vía que se extiende por toda la costa regalando en su transcurso una impresionante vista al Mar Caribe con sus típicas palmeras. En todo su recorrido se encuentra una gran cantidad de servicios turísticos y de entretenimiento
Apenas a 25 minutos de Santo Domingo, hacia el este, se encuentra Boca Chica, una playa protegida por un arrecife de coral que, de aldea de pescadores, se convirtió en un pujante polo turístico. Cuenta con una variedad de hoteles, restaurantes típicos y diversas ofertas gastronómicas autóctonas, como por ejemplo, los clásicos chiringuitos que acompañan a los turistas y locales mientras disfrutan de la finísima arena blanca y de sus aguas cristalinas azul turquesa y poco profundas.
Esta ciudad adaptada perfectamente al turismo de negocios, al de cruceros así como al familiar, fue el escenario donde se filmó gran parte de El Padrino, con la actuación estelar de Al Pacino. Su crecimiento y modernización está siendo fuertemente marcada por su alcaldesa Carolina Mejía, una joven mujer y heredera política de su padre, el expresidente Hipólito Mejía.
Como primera alcaldesa en 500 años de historia, esta economista y empresaria dominicana de 52 años y tres hijos, desde que asumió en 2020 imprimió una agenda innovadora que busca llevar a la ciudad a un nuevo estadio. Entre sus temas de interés figuran desde cuestiones cotidianas de los capitaleños, como es la recuperación de espacios públicos y el tratamiento de la basura, a problemáticas sociales que corresponden a nuevos derechos, tales como los programas para la tercera edad o la creación de un fondo especial para la asistencia social y legal en casos de violencia de género, entre otras.
Además de ser una gran defensora del rol de la mujer en la política, su vasta experiencia y reconocidas dotes negociadoras ya la habían llevado a ser parte del equipo que negoció el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.
La ciudad de Santo Domingo, finalmente, es lo que es su gente. Amistosos anfitriones de quien viene desde el mar desde hace siglos, sus habitantes son reconocidos por su carácter abierto, afable y solidario.
INFOBAE
