Era el 17 de enero de 1990. Frances McKinnon, veterano de la guerra de Vietnam y padre de siete niños, se encontraba junto a su esposa y dos de sus hijastros frente al apartamento en el que vivían, ubicado en la zona de Coconut Grove. Dos hombres se acercaron a robar, le dispararon a McKinnon y lo mataron, para luego huir.
El caso fue muy renombrado en aquel entonces, y la policía logró identificar a los autores del homicidio como Vincent Williams, alias Dog, y Thomas James. No había una descripción física clara de los hombres.
Paralelamente, la policía había arrestado por otro delito a Thomas Raynard James, quien por aquel entonces tenía 23 años. El hombre terminó siendo parte de una ronda de sospechosos por el homicidio de McKinnon porque su nombre coincidía con la información que manejaban los investigadores, y una de las hijastras de la víctima lo reconoció como el asesino. Acto seguido, un jurado lo encontró culpable de homicidio y fue a prisión.
Desde 1990 James asegura que es inocente, y que tener el mismo nombre que el sospechoso era una coincidencia. La policía nunca llegó a atrapar a Vincent Williams, ni tampoco identificaron al otro Thomas James. El caso estaba cerrado y Thomas Raynard James era el único culpable.
Apeló en varias ocasiones sin éxito. Intentó que lo ayudaran desde organizaciones como el Proyecto Justicia, pero al no haber muestras de ADN en el caso, era poco lo que se podía hacer.
Todo cambió cuando el periodista Tristram Korten, oriundo del sur de la Florida y corresponsal de la revista GQ, decidió investigar. Korten encontró al otro Thomas James, quien si bien aseguró que él estaba detenido cuando ocurrió el asesinato de McKinnon, le confirmó al periodista que sabía que James había sido erróneamente detenido ya que conocía a quienes habían planeado ese asalto.
En los primeros meses de 2021, la abogada Natlie Figgers tomó el caso inspirada en el artículo. En medio de nueva evidencia lograron algo clave: que la única testigo que había inculpado a James al reconocerlo en la rueda de sospechosos declarara que en realidad tenía dudas y que creía que se había equivocado al identificarlo.
La única prueba de peso contra James era ese testimonio. Ahora, por primera vez en tres décadas, se abría el camino hacia la libertad. La fiscalía reabrió el caso y durante una audiencia en el centro de la ciudad de Miami, James escuchó las palabras que llevaba la mayor parte de su vida esperando: “Hemos determinado que Thomas Raynard James es en realidad inocente”, decía el fiscal. James, aún vestido con el traje naranja de la penitenciaría, se mostraba rígido, sin moverse, casi sin reaccionar.
En un par de horas el caso fue procesado y James, de 55 años, pasó a ser un hombre libre. Ya con ropa de civil, se abrazó a su madre en silla de ruedas y se acercó a los periodistas, a quienes les contó que si no fuera porque la sala estaba repleta de personas, cree que se hubiera desmayado al escuchar que era una hombre libre. Cuando un reportero le preguntó qué venía ahora para su vida, su respuesta fue contundente: “El mundo”.
Por: Infobae