Con 96 años, Boris Romantschenko vivía los últimos días de su vida en su hogar familiar de Járkov, la segunda urbe más grande de Ucrania ubicada a unos 40 kilómetros de la frontera con Rusia. Este superviviente del Holocausto nazi logró sobreponerse a la barbarie, pese a transitar por cuatro campos de concentración. Sin embargo, un misil ruso impactó su casa y acabó con su vida.
“Boris Romanchenko, de 96 años, ex prisionero de los campos de concentración nazis, murió en Járkov. Después de sobrevivir de Buchenwald, Peenem Unde, Dora Mittelbau, Bergen-Belsen, fue asesinado por un misil ruso lanzado contra su apartamento durante la “operación de desnazificación”, según el discurso del Kremlin.
Este anciano ucraniano vivía en un país con un oscuro pasado. Babi Yar es un término que evoca uno de los peores traumas sufridos por los judíos ucranianos. Entre el 29 y 30 de septiembre de 1941, 33.771 judíos fueron asesinados en este bosque en los aledaños de Kiev por orden de los ocupantes nazis.En la matanza también participaron fuerzas policiales locales. Se estima que en aquel fatídico bosque se podrían haber ejecutado a entre 100.000 y 150.000 personas, que además de judíos incluían prisioneros de guerra soviéticos, gitanos o enemigos políticos.
Un ejército comandado desde Moscú liberó entonces a Europa oriental de las garras de Hitler. Ahora, un misil disparado por orden del Kremlin acabó con la vida de este superviviente del Holocausto.
El Comité Internacional Buchenwald-Dora explicó que Romantchesko nació en 1926 en la sureña localidad de Bondari, cerca de la estratégica Odessa que el ejército ruso anhela conquistar. Fue deportado a Dortmund (Alemania) en 1942, donde hizo trabajos forzados bajo tierra. En un intento de fuga fue capturado por sus carceleros, que lo reenviaron al campo de Buchenwald en enero de 1943. Luego, ayudó a fabricar cohetes en Peenemünde, y finalmente pasó por los campos de Mittelbau y Bergen-Belsen.
En el memorial anual que se convoca ante el vallado de Buchenwald, el superviviente exclamó en ruso: “¡nuestro ideal es la construcción de un nuevo mundo de paz y libertad!”. Los datos que ofreció Oleg Sinegubov, presidente de la administración regional de Járkov, no podrían estar más alejados de su sueño: las tropas rusas lanzaron 58 ataques de artillería, morteros y lanzacohetes sobre la castigada ciudad.
“La horrible muerte de Boris Romantschenko muestra cuán amenazante es la guerra en Ucrania para los supervivientes de los campos de concentración”, expresó la agrupación de la que formaba parte. Una red de 30 memoriales ha establecido una red de ayuda urgente para las víctimas de la persecución nazi en Ucrania.
Desde el inicio de la invasión ordenada por Vladimi Putin, Járkov ha pagado uno de los peores precios de la guerra. La ciudad, víctima de los continuos bombardeos indiscriminados, sufre por la falta de agua, comida y electricidad. Los primeros reporteros que comprobaron el efecto de la agresión rusa establecieron un evidente paralelismo con Alepo (Siria). La estrategia rusa es castigar sin piedad a ciudades enteras para forzar la rendición.
“Los nuevos fascistas continúan el trabajo de Hitler“, escribió en su cuenta de la red social Telegram el alcalde de Leópolis, Andrij Sadovyj.
Hubo 58 ataques contra la ciudad
Por su parte, la Fundación de los antiguos campos de concentración nazis de Buchenwald y Mittelbau-Dora, confirmó la noticia y recordó que “Romanchenko se dedicó intensamente a recordar los crímenes del nacionalsocialismo y era vicepresidente del Comité Internacional de Buchenwald-Dora”.
El presidente de la administración estatal en la región de Jarkov, Oleg Sinegubov, informó a través de su cuenta de Telegram de que la pasada noche se produjeron 58 ataques con artillería, morteros y lanzacohetes múltiples sobre la zona por parte de las fuerzas rusas.
Los equipos de rescate se encontraban limpiando las zonas bombardeadas de escombros y desactivando los artefactos sin detonar, señaló Sinegubov, agregando que los artificieros desactivaron el domingo una bomba de aviación FAB-500.
Fuente: El Clarín / La Razón