En Aracnofobia, la película de terror con arañas más taquillera de la historia, una pequeña población era atacada por una extraña variedad de estos insectos, que eran extremadamente venenosos y que imprudentemente había sido transportado desde la selva amazónica. Ahora, como en una cinta de terror, la llegada del verano traerá un escenario de pesadilla a la Costa este estadounidense, ya que se espera el arribo de una especie gigante de arácnidos denominados Joro.
La araña Joro llegó por primera vez a Estados Unidos en el 2013. Se las descubrió en Atlanta y desde entonces su presencia se extendió al norte de Georgia, a partes de Tennessee y Carolina. Es pariente lejana de la llamada “araña de la seda dorada”, debido al color de la tela que produce, y se trasladó por primera vez al sureste desde los trópicos hace unos 160 años. Pero mientras sus antepasadas frenaron el avance por su vulnerabilidad al frío, Joro parece no sentirse amedrentada por nada.
En su Japón natal, las arañas Joro colonizaron la mayor parte del país y debido a la latitud y clima similar a los de Estados Unidos, se espera que en Norteamérica se comporte de la misma manera.
Más fuertes y más resistentes
Los investigadores las estudiaron durante un año: las siguieron y las rastrearon. Probaron su tolerancia al frío, analizaron su metabolismo, y comprobaron que pueden sobrevivir incluso a un breve período de congelamiento. Además, tiene aproximadamente el doble de tamaño que su pariente de la seda dorada, ya que puede llegar a medir 7,5 centímetros, y una frecuencia cardíaca un 77% más alta.
Tal vez el aspecto más extraño de esta invasión prevista para mayo sea que Joro es una araña que puede llegar desde el cielo. Utilizan sus telarañas para transportarse en el viento a nuevos lugares, en una técnica de desplazamiento que los investigadores denominaron “globo”. Por esta razón se cree que se propagaron tan rápidamente por todo el estado de Georgia. Los científicos observaron que las crías nacían en primavera y el viento las llevaba hacia algún lugar nuevo. Su descendencia hizo lo mismo al año siguiente, lanzándose en estos paracaídas naturales para expandir su territorio.
Pero las primeras arañas Joro que llegaron a Estados Unidos no lo hicieron volando, sino que se supone lo hicieron escondidas en contenedores provenientes de Japón. Su resistencia hace que los humanos las transporten de un lado a otro sin saber que viajan en sus equipajes o vehículos. La araña Joro toma su nombre de Jorōgumo, una criatura del folclore japonés que puede transformarse en mujer o araña antes de matar a su presa.
El estudio que predice la invasión fue publicado por expertos en la revista Physiological Entomology, donde aseguraron que esta especie no altera el ecosistema y que incluso puede servir como fuente de alimento adicional para depredadores nativos como las aves.
También actúan comiendo insectos como las chinches y pueden, incluso, controlar las plagas de tal manera que podría evitarse el uso de pesticidas para los cultivos y así evitar la contaminación del aire. ”La gente debería tratar de aprender a vivir con ellas. Si se interponen en tu camino, podrías quitar la telaraña y hacerlas a un lado, pero van a volver el próximo año”, asegura Andy Davis, uno de los autores del estudio y científico investigador de la Escuela de Ecología Odum.
Pese a todo, los investigadores dicen que no hay razón para entrar en pánico. Las arañas son relativamente inofensivas para las personas y las mascotas, lo que hace que su presencia sea más una molestia que un peligro. Aunque es venenosa, esta especie no muerde a menos que se la acorrale, y sus colmillos a menudo no son lo suficientemente grandes como para romper la piel humana.
Los ecologistas piden evitar el exceso de crueldad con las invasoras. Nada de pistolas con agua salada, pedradas, fumigaciones o nidos incendiados. “Realmente no hay razón para andar aplastándolas”, aseguró Benjamin Frick, uno de los investigadores. “Los humanos están en la raíz de su invasión. No hay que culpar a la araña”.
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