Nunca se está lo suficientemente preparado para perder a nuestros animales de compañía, ya que son afectos muy cercanos. Esto nos afecta cada día más según el devenir de los cambios y evolución favorable de la cultura moderna en las sociedades occidentales.
Sabemos que su tiempo de vida es menor al de los humanos pero, ¿cuánto es ese tiempo que pueden estar con nosotros y que podemos hacer para que sea el mejor de los tiempos y por ende prolongarlo?
Quizás lo primero que haya que comprender es que adoptar un animal de compañía es un compromiso para toda la vida del animal y es importante cubrir todas sus necesidades vitales.
No hay duda que debemos estar preparados para asumir su pérdida temprana sabiendo que su tiempo es menor al nuestro.
La pregunta es ¿cuánto tiempo puede vivir nuestro perro o nuestro gato? La respuesta depende de muchos factores.
Uno de ellos es la genética: hay razas, estirpes y familias de perros y de gatos más longevas que otras. Así por ejemplo los malteses, los caniches y los salchichas son muy longevos, superando la mayoría de las veces los 15 años de edad.
Por otra parte, y a modo de conclusión, podemos afirmar que los perros pequeños viven más que los gigantes. Esa es la razón por la que los San Bernardo, los Daneses y los Terranova, entre otras estirpes gigantes, viven mucho menos que el promedio de la especie perruna que es de 13 años.
El ambiente y las condiciones de vida pueden ser un factor determinante para que la esperanza de vida sea muy inferior a la longevidad marcada genéticamente. Es así que un animal mal alimentado y sometido a una vida de riesgos físicos y sanitarios cargada de estrés tendrá una posibilidad menor de tener calidad de vida, salud y por ende longevidad.
No es lo mismo volverse viejo que hacerse viejo. Esto se ve particularmente en los gatos de “afuera” donde los riesgos físicos y sanitarios son mayores y esto acorta su expectativa de vida.
A partir de los 7 u 8 años de edad decimos que un gato es adulto mayor y es entonces cuando empiezan a mostrar cambios en su fisiología, en sus reflejos y en su pelaje. Los gatos domésticos pueden llegar a vivir, en promedio, unos 15 años, aunque hay algunos que viven mucho más.
Tanto en el gato como en el perro influyen, en cuanto a la esperanza de vida, la genética, o sea la raza, la estirpe o la familia, el ambiente y por supuesto el trato y la dedicación que le demos nosotros los seres humanos a nuestros afectos de cuatro patas para que estén mejor y más tiempo con nosotros en este plano.
La esperanza de vida es cambiante y dinámica por períodos e inherente a una especie. En cambio, la longevidad es, además de una cualidad cuando se la aplica a un individuo, el lapso de vida de ese ser y es propio de él, de su condición genética y ambiental.
Así podríamos decir que, por ejemplo, los gatos en Argentina en la década del 70 vivían 12 años y esa era su esperanza de vida en ese tiempo y en ese entorno. Los adelantos de la ciencia (vacunas, alimentos, etc.) han llevado por ejemplo este tiempo a 13/14 años en la actualidad y en nuestro país.
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