La lava del volcán de La Palma llegó al mar en la costa del municipio de Tazacorte en torno a las once de la noche del martes, alrededor de la zona conocida como la playa de los Guirres (también llamada Playa Nueva), donde se ha precipitado desde un acantilado de cerca de 100 metros de altura.
El contacto de la lava con el mar ha creado emanación de humo, que se desplaza al interior de la isla o sale al mar en función de cómo sople el viento. Durante la noche, se movió a tierra firme.
El grupo de geociencias marinas del Instituto Español de Oceanografía, que está siguiendo en directo el avance del magma, ha detallado que “se está generando un impresionante depósito de más de 50 metros de altura” en menos de 45 minutos, que además sigue creciendo. Es una especie de pirámide que crece en el mar.
Poco antes de las diez de la noche del martes, el Instituto Vulcanológico de Canarias había informado de que la colada ya había cruzado la conocida como carretera de la costa, situada junto a la Montaña de Todoque, de unos 320 metros de altura, en el municipio de Tazacorte. La distancia que separa la carretera de la costa es de alrededor de un kilómetro.
Este era el último gran obstáculo al que se enfrentaba el flujo de lava antes de llegar al mar. El corte de esta carretera dejaba prácticamente incomunicados los barrios de Puerto Naos, El Remo y La Bombilla, también en Tazacorte, si bien el Cabildo había habilitado rutas alternativas para acceder a estas poblaciones.
El camino de la lava hacia al mar, un destructor viaje de 10 días de duración de unos 50 millones de metros cúbicos de lava, ha sido errático e impredecible. Tras unos días de desaceleración, la colada se reactivó el pasado domingo, día en el que incrementó la velocidad en su avance hacia el mar, una semana después del inicio de la erupción del volcán.
Esta situación obligó a decretar de urgencia, a medianoche, el confinamiento de cuatro núcleos poblacionales por el peligro de que se produjeran emanaciones de gases tóxicos. Las nubes tóxicas que genera la lava al contacto con el agua suponen la gran preocupación de las autoridades, que han fijado un perímetro de exclusión de dos millas náuticas.
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