La pérdida de facultades al volante se vincula a la llegada de la vejez. Un adulto mayor disminuye su capacidad de reacción, no ve con tanta claridad o padece enfermedades que causan la reducción de las habilidades y avisan que es hora de dejar de conducir.
Según el Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras, a medida que envejecen, muchos conductores evitan la carretera de noche o lo que consideran una situación desafiante. En 2019, la Administración Federal de Carreteras de Estados Unidos calculó unos 30 millones de conductores de 70 años o más. ¿Es a partir de esta etapa que se torna difícil la conducción?
8 signos para considerar si se debe dejar de conducir
Si el envejecimiento se agrava con enfermedades propias de la edad, tendría que considerarse todo lo relacionado con el uso de vehículos, advierte Bright Focus Foundation en un informe. Por su parte, la Fundación para la Seguridad del Tráfico se refiere a la conducción como un problema crítico, aludiendo específicamente a la cantidad de personas mayores a los 65 años con licencia y que consumen medicamentos.
Aunque la edad avanzada no significa estrictamente ser un conductor peligroso, es conveniente no ignorar los cambios de habilidades o cognitivos que ponen en riesgo la vida propia y la de otros. A continuación exponemos los signos más relevantes para dejar de conducir.
1. Patologías diagnosticadas
Artritis, alzhéimer, demencia, enfermedad de Parkinson y diabetes tratada con insulina destacan entre las afecciones médicas que dificultan manejar un vehículo. Tales padecimientos perjudican la coordinación, la audición, los reflejos, la capacidad de movimiento, la orientación e incluso el juicio.
2. Trastornos de la visión
El deterioro de la vista impide la atención a las señales de tráfico, afecta el cálculo de la distancia entre autos y también deriva en inobservancia del peatón. Los conductores de tercera edad necesitan un chequeo anual con el oftalmólogo.
3. Estrés al volante
La salud de los adultos mayores podría deteriorarse ante situaciones de estrés. Las carreteras rápidas, la oscuridad, la lluvia, los viajes largos o los centros urbanos de gran afluencia son escenarios que aumentan las tensiones.
Frente a ello, el cuerpo segrega más cantidad de cortisol, según aclara la Revista de Integración Académica en Psicología. Un par de soluciones serían planificar las rutas o considerar si los beneficios de conducir prevalecen ante la ansiedad.
4. Confusión y reacción lenta
Algunos actos evidencian la pérdida de reflejos. Estos serían el hecho de pisar el acelerador en lugar del freno, manejar muy despacio, no permanecer en el carril, titubeos en pleno tráfico o retrasar maniobras al ser sorprendidos por peatones o ciclistas.
Es posible darse cuenta por sí solos, pero si un acompañante presencia dichas escenas, sería más objetivo plantear qué tan seguro se siente con una persona de edad avanzada al volante. En las escuelas de conducción o en las agencias estatales de licencias se puede solicitar una evaluación de habilidades.
5. Agresividad y mal humor en carretera
Que el humor cambie para peor mientras manejas podría ser esperable ante tráficos intensos. Pero si aflora la agresividad porque escuchas bocinas o el tráfico no avanza, tal vez es momento de delegar la conducción. Asimismo, si tus acciones en la vía desatan quejas y llamados de atención de otros conductores, debes plantearte si seguir al volante.
6. Distracción y sueño
La falta de concentración o las ganas de dormir mientras manejas son un peligro para ti y para los demás. El menos severo de los casos termina en advertencias o multas, pero la fatalidad está latente.
7. Accidentes frecuentes
No se trata solo de sufrir siniestros. Salvarse de ellos también cuenta. El círculo cercano debe sincerarse si ha presenciado situaciones de riesgo cuando viajan como pasajeros.
8. Los acompañantes sienten miedo
Si tus parientes o amigos no se sienten cómodos como pasajeros, tómalo como una señal para revisar qué pasa con tu manera de manejar. Si alguien siente inseguridad con una persona de la tercera edad al volante, posiblemente notó fallas que el conductor ignoró.
Posibles riesgos de conducir en la tercera edad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el mundo supera los mil millones de personas cuya edad es 60 años o más. Si bien no hay una edad promedio para dejar de conducir, la entrada al envejecimiento trae consigo peligros asociados a dicha actividad.
Por ejemplo, las articulaciones y los músculos se endurecen, restando flexibilidad y fuerza al manejar. Algo similar sucede con los diagnosticados con artritis.
Con la pérdida de capacidades se arriesga la vida del conductor, de quien lo acompaña y de quienes van en la vía. En ocasiones no es sencillo que un adulto mayor renuncie a su licencia. No obstante, no conducir no significa quedarse sin opciones de movilización.
La familia y los amigos son un apoyo básico y lo demuestran reservando algo de tiempo para trasladarlos a donde deseen. El transporte público también es una forma de desplazarse rápido y sin gastar mucho dinero.
Prevenir antes de que llegue la hora de dejar el volante
Las revisiones médicas periódicas son importantes en las personas de la tercera edad que conducen. Los chequeos oftalmológicos y de audición no tienen que descuidarse. Y si se consumen medicamentos, es fundamental estar pendiente de los efectos secundarios.
Otra previsión para mantener la destreza en el volante es ejercitarse, ya que se favorece la fuerza y la flexibilidad. Adicionalmente, comprar una póliza de seguros brinda confianza al manejar.
Una vez que la persona percibe un cambio en sus habilidades en el vehículo, es tiempo de considerar el abandono de los viajes como piloto o restringirlos a lugares conocidos, de día y en compañía. Dejar de conducir no es fácil, pero trabajarlo con tiempo suaviza el cambio.