Lo descubrieron científicos de la Universidad de Oxford, que lideraron el desarrollo original de la vacuna el año pasado. El estudio aún está en revisión en revista The Lancet. También señalan que aplicar un refuerzo después de dos dosis traería beneficios.
Las demoras en la producción y la entrega de las vacunas contra el COVID-19 han generado preguntas sobre cuál es el impacto sobre las personas que acceden a inmunizarse. Una de las cuestiones es saber qué pasa si se demora el intervalo entre la primera y la segunda dosis, y si es necesario una tercera aplicación como refuerzo. Hoy se difundió en Inglaterra un comunicado de la Universidad de Oxford sobre un estudio que aún no fue publicado en una revista científica y que fue sometido a revisión. Afirmaron que esperar hasta 45 semanas entre la primera y la segunda dosis de la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por la Universidad de Oxford y la empresa AstraZeneca puede hacer que la persona inmunizada tenga una mayor respuesta inmune después de la segunda dosis. El año pasado se había recomendado esperar entre 4 y 12 semanas en base a los ensayos clínicos.
El dato surge a partir de un estudio que realizó la misma universidad y envió para ser publicado en la revista The Lancet. Además, el trabajo encontró que una tercera dosis administrada más de 6 meses después de la segunda da lugar a un aumento sustancial de los anticuerpos e induce un fuerte impulso de la respuesta inmunitaria contra el SARS-CoV-2, incluidas las variantes.
La investigación sobre la vacuna ChAdOx1 nCoV-19, también conocida como vacuna Oxford-AstraZeneca, indica que un largo intervalo entre la primera y la segunda dosis no compromete la respuesta inmunitaria tras una segunda dosis tardía, y una tercera dosis de la vacuna sigue potenciando los anticuerpos contra el SARS-CoV-2.
La escasez de suministro de la vacuna COVID-19 está provocando en algunos países la preocupación de que la inmunidad se vea comprometida a medida que se prolonga el intervalo entre la primera y la segunda dosis debido a la limitada disponibilidad de la vacuna. En países como Argentina, a fines de marzo, el Consejo Federal de Salud con el Ministerio de Salud de la Nación había decidido demorar la aplicación de la segunda dosis para facilitar el acceso de más personas a la primera. Esto se decidió porque la escasez de dosis de vacunas en ese momento.
El estudio de la Universidad de Oxford, que está bajo revisión en The Lancet, investigó qué pasaba cuando se retrasa la aplicación de la segunda dosis. “Al examinar los efectos de un retraso de hasta 45 semanas entre la primera y la segunda dosis en los participantes en el estudio, los resultados demostraron que los niveles de anticuerpos aumentaban tras un retraso de la segunda dosis. Además, un retraso más prolongado entre la primera y la segunda dosis puede ser beneficioso, ya que da lugar a un aumento del título de anticuerpos y a una mayor respuesta inmunitaria tras la segunda dosis”, señaló el comunicado oficial de la universidad inglesa.
El profesor Sir Andrew Pollard, catedrático de Infección e Inmunidad Pediátricas e investigador principal del ensayo de la vacuna en la Universidad de Oxford, afirmó: “Esto debería ser una noticia tranquilizadora para los países con menos suministros de la vacuna, que pueden estar preocupados por los retrasos en el suministro de segundas dosis a sus poblaciones. Hay una excelente respuesta a la segunda dosis, incluso después de un retraso de 10 meses desde la primera”.
Por otro lado, algunos países ya están considerando la posibilidad de administrar una tercera dosis de “refuerzo” en el futuro. Al estudiar el impacto de una tercera dosis de la vacuna, los investigadores descubrieron que los títulos de anticuerpos aumentaban significativamente con una tercera dosis. La respuesta de los linfocitos T y la respuesta inmunitaria contra las variantes también aumentaron.
“Aún no se sabe si las dosis de refuerzo serán necesarias debido a la disminución de la inmunidad o para aumentar la inmunidad contra las variantes de interés”, aclaró la profesora asociada Teresa Lambe OBE, científica irlandesa y autora principal del trabajo. “Aquí mostramos que una tercera dosis de ChAdOx1 nCoV-19 se tolera bien y aumenta significativamente la respuesta de los anticuerpos. Se trata de una noticia muy alentadora, en caso de que se considere necesaria una tercera dosis”.
Los efectos secundarios de la propia vacuna también fueron bien tolerados, con menores incidencias de efectos secundarios tras la segunda y tercera dosis que tras las primeras. Los investigadores de Oxford reconocieron que se necesitan más estudios para hacer un seguimiento de los participantes en el estudio que recibieron terceras dosis más allá del período que formaba parte del estudio inicial.
El doctor Peter English, ex editor de Vaccines in Practice y ex presidente inmediato del Comité de Medicina de Salud Pública en Inglaterra, dijo: “Cuando las primeras vacunas Covid-19 estuvieron disponibles, se discutió mucho sobre cómo podíamos utilizarlas de forma más eficaz”. Con los ensayos clínicos de fase 3 que permitieron la autorización de uso de emergencia y los estudios que se sumaron luego, ahora se tiene un mejor panorama de las vacunas.
“Sabemos mucho sobre cómo interactúa el sistema inmune con las enfermedades, y tenemos décadas de investigación sobre cómo interactúa con las vacunas. Las preocupaciones anteriores no provienen en general de los vacunadores. Sabemos que la prolongación del intervalo a partir de la primera dosis mejora la respuesta inmunitaria. No podemos estar seguros de cuánto tiempo dura”, dijo el doctor English.
Al tener en cuenta el nuevo estudio de Oxford, English, que es experto en enfermedades infecciosas y no participó en su realización- consideró: “Se descubrió que -tal como se esperaba- había una mayor respuesta de anticuerpos si se retrasaba la segunda dosis. Las limitaciones del ensayo (el tiempo transcurrido entre el inicio del ensayo y su publicación) podrían significar que esto sólo podría observarse durante unas 45 semanas, pero no hay razón para esperar que esta mejora desaparezca si el ensayo se prolonga durante más tiempo”.
El viernes pasado, se había anunciado los resultados preliminares del estudio que lleva adelante el Ministerio de Salud de la Nación de Argentina que evalúa la efectividad de las distintas vacunas aplicadas en personas de 60 años y mayores. Indicaron que con una dosis de Sputnik V o de AstraZeneca se disminuye la mortalidad por COVID-19 entre un 70 y 80 por ciento. En el caso de contar con el esquema completo, el análisis concluye que la disminución de la mortalidad con cualquiera de esas vacunas está por encima del 90 por ciento en este grupo.
“La primera dosis genera casi el 80 por ciento de la inmunidad, la segunda, en general, eleva esa respuesta y la hace más durable en el tiempo”, explicó la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, quien sostuvo que la estrategia de inmunización de diferir la segunda dosis con un intervalo de 12 semanas para cubrir a la mayor cantidad de población de riesgo en el menor tiempo posible “fue una decisión adecuada y los resultados de este estudio confirman que se ha logrado una alta protección en la población vacunada”. La misma estrategia de diferir la segunda dosis también había sido implementada por Canadá, Reino Unido y otros países de Europa.
Fuente: Infobae