Infobae-.Decidir cómo vivir, dónde dormir y qué priorizar. Momentos en la vida en los que uno sueña con echarlo todo y cambiar. Deseos que se aceleran en pandemia. La revolución “van-life” es una forma que apunta al cambio. Una tendencia de hacer de una furgoneta una “casa”, no solo como un estilo de vida, sino “van-lifers” que optan por pasar su tiempo entre el trabajo, las obligaciones cotidianas y ser viajeros incansables.
La historia de Paloma y Remi podría ser una más. La de dos jóvenes que decidieron vivir en un motorhome. Sin embargo, hacerlo en medio de una pandemia, tramitando una ciudadanía europea, con trabajo remoto y todo desde una “combi”, se sale del libreto clásico. Pero el hecho de cruzarse con un francés hablando un “correcto argentino”, es otro atractivo que hace que esta aventura tenga un diario de viajes en Instagram que suma seguidores: “Vangamunda”.
“Es un proceso duro. No buscamos visibilidad, ni monetizar nuestro estilo de vida en las redes. Si animar a aquellos que están deseando un cambio. No es fácil, pero les aseguramos que se puede”, marcan en el comienzo de la charla.
Remi, tiene 29 años, y nació en Saint Salvadou, una típica “ville de la campagne francaise”. Un pequeño pueblo de 300 habitantes, a unos 120 kilómetros de Toulouse. Llegó a Argentina casi por casualidad: siendo ingeniero en electrónica decidió hacer una experiencia en el exterior e ir a estudiar a México. Un tiroteo en la Universidad elegida, lo derivó al sur de América. Recaló en Argentina.
Paloma es de General Pico, La Pampa. Con 22 años, dejó su ciudad natal, convencida de que viajar sería una decisión de vida. “Me recibí de Guía y Técnica en Turismo en la Ciudad de Córdoba el 1 de agosto de 2019, y el 5 de agosto de ese mismo año estaba en Ezeiza con Rémi partiendo a Francia”.
-Durante mi carrera estaba integrado al centro de estudiantes y apoyando a los extranjeros. Ahí tuve la oportunidad de hacer un intercambio. Opté por México, pero un tiroteo en la Universidad me llevó naturalmente a buscar otra opción. Así llegué a Argentina. Como nací en un pueblo, la idea de una gran ciudad no me atraía y terminé en Córdoba.
-¿Cuándo comenzaron esta aventura de ser ”van-lifers”?
-¿Y la idea de viajar?
-¿Todo arrancó con una moto y así fue creciendo?
Tenía algunos pesos ahorrados. Me metí en algunos grupos de kombis y la terminé comprando en Río Cuarto (Córdoba), vacía, pero con motor andando. Pasé por algunos momentos difíciles, pero pude recorrer el país con la furgoneta. Incluso, fundí el motor en Bariloche.
-Para vos, Paloma, fue distinto. ¿Vos no habías viajado?
-Cuando terminé el secundario, como para muchos, tuve una de las decisiones más difíciles ¿Qué iba a estudiar? Algo tenía claro, me quería ir a vivir a otra ciudad para conocer otras personas y formas de ver la vida. Me recibí de Guía y Técnica en Turismo en la Ciudad de Córdoba el 1 de agosto de 2019, y el 5 de agosto de ese mismo año estaba en Ezeiza con Rémi partiendo a Francia. Me fui porque otra cosa no quería hacer. Trabajar en una oficina por años nunca me inspiró. No sabía qué iba a hacer ni a qué iba. Sólo tenía la certeza que quedarme no era una opción, no porque Argentina, sino porque, como les dije, es lo que siempre supe.
-Paloma, vos te fuiste, trabajaste en un hospital para juntar plata y estas ahora tramitando tu ciudadanía italiana. ¿Cómo es esa experiencia cuando muchos argentinos quieren intentarlo?
-Fue algo que no tenía pensado hacer. Me pasó que se me vencía la visa que tenía y quería buscar la forma de poder seguir teniendo la posibilidad de estar acá, y fue Rémi que un día me dijo: “¿Y si te sacas la ciudadanía italiana?”. Hasta ese momento yo sabía que era descendiente de italianos, pero siempre me pareció algo tan lejano e imposible de lograr, porque ni siquiera sabía que la podía tramitar en Italia.
Esa misma noche llamé a mis padres para comentarles, y mi viejo me dijo que iba a hablar con unos de sus tíos. Luego de eso surgió la posibilidad y aquí estoy.
-¿Resulta difícil el trámite?
-Mi gestor somos mi familia, Rémi y yo. Y estoy muy orgullosa de ello. Les recomiendo que se animen a hacerlo sin gestor, no es imposible. Esto también significa que uno tiene que dedicarle tiempo y energía, ya sea en conocer todo el trámite, aprender un poco de italiano para poder comunicarse, pero es una hermosa experiencia que, lejos de romantizarla, te hace valorar mucho más esa ciudadanía que nos dejaron nuestros ancestros. Por último, les recomiendo que vayan a un lugar donde ya conocen el trámite, eso les va ayudar mucho a ustedes y al comune inclusive.
-¿Cómo es viajar durante la pandemia? Ustedes además hicieron la van en la cuarentena…
-Cuando empezó la pandemia en Europa, nosotros estábamos en Francia, a punto de salir de viaje. Con la cuarentena, decidimos postergar la fecha de partida y aprovechar el tiempo para mejorar la van: agregamos la ducha, una mesita/escritorio para trabajar cómodo y unos accesorios para el calor del verano.
-Cuando el 11 de mayo- el presidente de Francia declaró finalizada la cuarentena, ese mismo día salimos de viaje. Pero había un pero. Solo se podía andar hasta 100 km del lugar de residencia. Entonces decidimos aprovechar para recorrer y conocer la provincia de Rémi. En ese sentido, esta limitación de 100km fue muy positiva porque uno siempre sueña con viajar lejos, pero nos olvidamos que cerca de casa, hay cosas lindas para ver. Otro punto positivo, los lugares turísticos estaban vacíos porque no podían llegar turistas de otras provincias o otros países. Recorrimos lugares como Rocamadour, Sainte Enimie (Gorges du Tarn)…
Unas semanas después, se levantó esta limitación de 100km y ya pudimos andar un poco mas lejos. Los campings estaban abiertos pero con medidas sanitarias. No había actividades sociales. Fue diferente viajar en esta época porque al contrario de cuando uno viaja para conocer gente y culturas, esta vez viajamos con muy pocos intercambios con los locales.
-Después del verano europeo llegaron las restricciones nuevamente. ¿Qué pasó?
-Cuando se terminó el verano acá, empezó la segunda ola de coronavirus. Nosotros, para hacer la ciudadanía italiana de Paloma, decidimos alquilar una casa en un pueblo alejado, en las montañas de la provincia de Nuoro, Cerdeña. Seguíamos aislados y con pocos contactos sociales. Tratábamos de mantener un grupo de amigos reducido y fijo para disminuir los riesgos. Eso, en Francia, se llamaba la “burbuja social”. En nuestro caso, eran 3 cordobeses (Romina, Martín y Paloma) y una italiana (Carla) que nos apoyaron en los momentos difíciles. En este momento, seguimos aislado, preparándonos para pasar el invierno en las montañas y esperando las primeras nevadas.
-¿Y cómo es vivir, trabajar, armar una “camper”, como también le dicen a las casa rodante los europeos?
-Cuando llegamos a Francia, no tuvo que pasar mucho tiempo para que me agarren de nuevo las ganas de “rutear”. No teníamos muchos ahorros, menos en euros, así que nos pusimos primero a trabajar. Después de unos meses, empezamos a buscar vans, averiguar precios. Prefiero no dar números de cuánto nos salió, no para tenerlo secreto (cualquier puede entrar a internet y buscar), sino para no atraer la atención en eso. A veces los números tienden a confundir la gente. No es cosa de millonarios, incluso ayudaron los padres.
Elegimos una van alta para poder estar parado adentro La pandemia nos dio tiempo para armarla. Compramos los materiales esenciales que íbamos a necesitar (reserva de agua, manguera para la ducha, calefón, etc…). El resto de los muebles, los construimos durante la cuarentena, con maderas recuperadas que teníamos en casa. Aclaro que no somos carpinteros, somos amateurs, pero fuimos aprendiendo sobre la marcha, buscando inspiraciones en otras van. Estamos contentos del resultado.
-Vivir, viajar y trabajar desde una van, la “van life, como dicen. Algo igual que no es fácil para pensarlo como casa
Por ejemplo la kombi VW no tenía agua caliente para bañarse, la van no tiene un verdadero baño (y menos un bidet. Pasamos calor/frío, lluvia, no todos los días son de playas o caminatas. También hay que trabajar para compensar los gastos. Pero a nosotros nos gusta esta sensación de libertad, de aventura. A veces nos movemos muy despacio, a veces recorrimos cientos de kilómetros en una noche. Usamos algunas apps (Park4Night, iOverlander) para encontrar “spots” para dormir, con señal de internet si yo tengo que trabajar.
Se pueden inspirar de blogs y libros donde la gente cuenta su experiencia. Cada uno tiene sus necesidades y prioridades: veo gente viajando con televisores full HD, otros con animales, algunos con 3 valijas de ropa, 4 sets de ollas… Yo tengo 3 modelos de antenas 4G por miedo a no tener señal . Eso me permite poder trabajar desde lugares alejados: con un router,transformar la señal 4G en wifi para mi computadora.
-Remi, es sorprendente cómo hablas “argentino”. ¿Qué pensas del país y los argentinos?
-¿Qué pienso de Argentina? Es un país hermoso, con gente hermosa. Por algo volví y me quedé 5 años. La gente es muy cálida, los paisajes son increíbles – y me duele ver las provincias que se están quemando con los incendios. ¿Qué pienso de los argentinos que se quieren ir de Argentina? Pienso varias cosas. Suelo decir que viajar es una forma de aprender, de abrirse. Recomiendo viajar, de la forma que sea, aunque sea un tiempito. Van a volver con una mirada diferente. Y no hace falta ir muy lejos.
Además, sobre los argentinos, o la gente en general, que se quieren ir de su país para escapar a una crisis -sea económica, política, social, guerra – es algo que no me siento capaz de opinar. Sí, puedo opinar sobre las diferencias entre por ejemplo Argentina y algunos países de Europa. En Argentina escuchaba un sueño erróneo, al menos para mí, de que en Europa o Estados Unidos todo es mejor, todo es mucho más fácil, no hay pobreza, no hay delincuencia: “Con tal de llegar allá, tendré un sueldo mas alto, no habrá inflación”. Considero que no es tan simple.
Agrego que, si bien la universidad o la salud no son perfectas en Argentina siguen existiendo servicios públicos. Uno no los suele valorar hasta que se enferma en EEUU y debe pagar cantidad de dinero para pasar una noche en un hospital o sacar un préstamo para poder estudiar una carrera. No busco asustar a la gente que se quiera ir, simplemente que tenga en cuenta que es un proyecto que se construye, se reflexiona, y que tendrá sus pros y contras.
Ahora sí, si todos estos cambios no les dan miedo, si se sienten listo, es un desafío muy lindo. Tal como conocí gente que se fue de Argentina y volvió, también conozco argentinos que se quedaron y se adaptaron en Europa. Es posible, hasta familia entera, y con animal de compañía.
-Y vos, Paloma, siendo argentina. Quizás mucha gente piensa en una aventura como la que ustedes encaran, siendo además compleja realidad en el país…
-Creo que cada caso es un mundo, es una decisión muy personal. Tampoco es algo que suela decidirse de la noche a la mañana, intervienen muchos factores al mismo tiempo. Lo que hay que tener es mucha motivación, paciencia y perseverancia. Cada uno tiene sus razones por las cuales quiera emigrar, y por eso no me parece justo hablar generalizando por una situación en particular. El mundo va a seguir girando, hagan lo que quieran y puedan, siempre con respeto hacia los demás y hacia uno mismo.