Bruselas, 24 dic (EFE).- En el último suspiro, a una semana del precipicio y 1.645 días después del referéndum para la salida del Reino Unido de la Unión Europea, Londres y Bruselas alumbraron en la Nochebuena del año de la pandemia de Covid-19, un histórico acuerdo para regular su relación tras el Brexit.
“Alivio” es lo que dijeron sentir tras el pacto la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, y el negociador jefe comunitario, Michel Barnier.
Una “montaña rusa de emociones”, decía visiblemente cansada una de las negociadoras europeas para sintetizar una negociación que arrancó oficialmente el 2 de marzo y concluyó, muy al estilo bruselense, tras una noche en blanco y a tan sólo siete días del abismo: el caos de un “Brexit duro”, una catástrofe económica que se sumaría a la sanitaria.
A media tarde del miércoles 23 las reuniones secretas parecían ir bien y llegaban señales de humo de que el esperado acuerdo navideño estaba al caer. “Inminente” o “muy cerca”, decían fuentes europeas y diplomáticas en Bruselas, mientras que al otro lado del canal de la Mancha los medios británicos también daban el pacto prácticamente por cerrado, a falta de una revisión rápida de las capitales.
Londres y Bruselas parecían haber limado los últimos escollos sobre la competencia en igualdad de condiciones para las empresas, la gobernanza, es decir, cómo resolver futuras diferencias y, en particular, sobre la pesca.
Las cuotas en los caladeros británicos a las que los pescadores europeos tendrían acceso a partir de 2021, con la Francia de Emmanuel Macron al frente de esa batalla, se convirtió en el último obstáculo para evitar la ruptura bajo el único marco normativo general de la Organización Mundial del Comercio (OMS).
Eso permitiría anunciar el pacto antes de Navidad, convocar a los embajadores de los Veintisiete ante la UE para que Barnier les explicara los detalles del pacto y enviar el texto de unas 2.000 páginas a las capitales para que lo validaran en uno o dos días.
De esa forma, podría arrancar un procedimiento de urgencia para que el acuerdo se pudiera aplicar parcialmente a partir del próximo 1 de enero, a expensas de que el Parlamento británico (que en 2019 rechazó en tres ocasiones el acuerdo de salida), la Eurocámara, los Parlamentos de los Veintisiete y algunos hemiciclos regionales vayan dando sus respectivas aprobaciones.
Pero la sensación de que el anuncio era inminente se fue enfriando a medida que pasaban las horas y llegaban cajas de pizzas al Berlaymont.
La sede de la Comisión Europea en Bruselas, donde Barnier y su homólogo británico David Frost, con sus respectivos equipos negociadores, intentaban cerrar un acuerdo “in extremis” mantenía encendidas las luces de su última planta.
Se intentaba forjar un acuerdo después de haber rebasado numerosas fechas límite, la última la de la medianoche del pasado domingo que había puesto el Parlamento Europeo para poder analizar el acuerdo.
El anuncio ya no era inminente, pero las negociaciones continuaban intentándolo, explicaban a Efe las mismas fuentes ya entrada la noche, a sólo siete días de que en la medianoche del próximo 31 de diciembre, hora de Bruselas, expire el período de transición que hace prácticamente imperceptible que el Reino Unido dejó de ser Estado miembro de la UE el pasado 1 de febrero, tras 47 años como socio comunitario.
Todo ello después de que los Veintisiete cortasen durante 48 horas las conexiones aéreas con el Reino Unido tras la detección en Inglaterra de una nueva cepa del coronavirus, aparentemente más contagiosa, y con un caos de camiones en los puertos de Calais y, sobre todo, de Kent, pues una vez reabierto el tráfico las autoridades galas exigen pruebas negativas de Covid-19 a los conductores.
Entre rumores sobre contactos telefónicos entre Ursula Von der Leyen y el primer ministro británico, Boris Johnson, y posibles horarios de ruedas de prensa de ambos, el portavoz jefe del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer, hizo saber que no se anunciaría ningún acuerdo de madrugada. En todo caso, por la mañana temprano.
Pero esa perspectiva también se fue alejando con el paso de las horas por aparentes desacuerdos en la forma de contabilizar las cuotas de pescado que los barcos europeos podrían capturar en aguas británicas.
Se anunció oficialmente que los embajadores comunitarios no ser reunirían el 24 para analizar nada y, cuando parecía que no habría pacto en Navidad y el entendimiento quedaría abocado a una nueva maratón en las últimas fechas del año, llego el ansiado acuerdo y Von der Leyen y Barnier convocaron una rueda de prensa en Bruselas para explicarse, mientras Boris Johnson hacía lo propio desde Downing Street.
“Hemos recuperado el control de nuestro destino”, dijo el británico en Londres. “Por fin podemos dejar el Brexit atrás y la Unión Europea puede seguir avanzando”, dijo la alemana en Bruselas, una semana antes de despedir al impredecible 2020.
Javier Albisu