Tras perder su empleo como camarera en un hotel en California por la pandemia, Iris Acosta se mudó a Arizona con sus zapatillas más cómodas: a pocos días de las elecciones en Estados Unidos es mucho lo que caminará en este estado decisivo.
Hace campaña puerta a puerta a favor del candidato demócrata Joe Biden, el rival del presidente republicano Donald Trump, que ganó este estado del suroeste hace cuatro años por un pequeño margen.
Más necesarios en la peleada Arizona que en California, un bastión demócrata, el sindicato Unite Here Local 11, al que pertenece Acosta, ha mudado a unos 100 de sus miembros de Los Ángeles a Phoenix para dar un impulso al partido azul, que no ha ganado este estado en una elección presidencial desde 1996.
“Venimos de allá porque queremos hacer que este estado sea azul”, dice a la AFP esta hondureña de 54 años, cuyo futuro depende de esta elección: está amparada por un estatus de protección temporal (TPS) que Trump eliminó y que, de reelegirse, la pondría en riesgo de deportación.
“Tengo la fe en Dios que todo cambiará, que nos lo van a renovar otra vez y ese es el motivo por el que estoy aquí”.
– “La gente necesita votar” –
Es poco más del mediodía, el sol es tenaz en Phoenix y prácticamente no hay un árbol que haga sombra.
Con tapabocas y cobertor facial, Acosta espera tocar unas 80 puertas en un barrio de clase trabajadora y principalmente latino, un grupo que ha crecido en los último años y cuya voz tendrá mucho peso.
En la primera casa no atiende nadie, en la segunda tampoco. En otra le dicen que la papeleta aún no llega. Otro, registrado como republicano, le indica que está indeciso.
A todos les entrega un panfleto con información sobre Biden, con énfasis en la protección del programa de salud Obamacare -bandera de la campaña demócrata- y promesas de un mejor manejo de la pandemia, un punto débil para Trump, bajo cuyo gobierno han muerto más de 220.000 estadounidenses por el covid-19.
Como muchos estados, Arizona comenzó a votar semanas antes del día oficial de la elección, 3 de noviembre, y parte del trabajo de Acosta es convencer a todos que sufraguen cuanto antes.
Christopher Lowe, 33, ya tenía casi toda su boleta llena cuando Acosta llegó a su puerta: votó por Biden y los demás candidatos demócratas en estos comicios, en los que se juegan también cargos en el Congreso nacional así como de funcionarios locales.
Ella le suministró información adicional sobre algunas proposiciones locales para que la completara.
“Es importante porque la gente necesita votar”, destaca este terapeuta sobre el trabajo de campaña puerta a puerta. “Creo que mucha gente dejó de votar en la última elección y mira dónde estamos”.
Trump ganó Arizona en 2016 apenas con una ventaja de casi 100.000 votos.
– “Caminar, caminar, caminar” –
Unite Here Local 11, un sindicato que reúne a 31.000 trabajadores de hoteles, restaurantes, aeropuertos y centros de convención, creó una organización con fines políticos, Case Action, para contratar a un total de 250 caminantes.
Los activistas demócratas visitan barrios como al que fue Acosta, normalmente de baja participación, pero también se adentran en las zonas acomodadas, que llaman “de persuasión”, donde hay electores más conservadores y reacios en revelar sus preferencias.
“No me importa caminar, caminar, caminar”, asegura Acosta, que es una sobreviviente de cáncer. “No es fácil, pero tampoco imposible”.
A unos 25 km de ahí, Miguel Vargas (48) completa su recorrido en una de esas urbanizaciones pudientes, aledañas a la montaña, con un clima más fresco y casas suntuosas que tienen cactus gigantes en sus jardines.
“Quien diría, un mesero haciendo campaña”, dijo entre risas este hombre que perdió su empleo en un casino y que recibe entre 18 y 20 dólares la hora por este trabajo político, que ya antes hizo en 2018.
Una mujer le dice por el intercomunicador que ya votó sin dar detalles. “Esperamos haber tenido su apoyo”, le expresa él sin recibir respuesta. No se inmuta y sigue, otra puerta lo espera.
Fuente: AFP