El matrimonio estaba a solas en la boutique de ella, pero las cámaras de seguridad captaron todo el suceso: él la empujó al piso, la golpeó, la abofeteó y la arrastró por el suelo, jalándola del cabello.
En las imágenes del año pasado que circularon hace poco en línea, podemos ver cómo la lleva arrastrando a otra habitación. Minutos después, la mujer (con el cabello revuelto) cae desde la ventana del segundo piso hasta la calle en Shangqiu, una ciudad del centro de China. La mujer, Liu Zengyan, comentó más tarde que esa fue la única manera en la que pudo escapar.
Liu afirmó que, mientras estuvo en el hospital después del ataque, con fracturas de cintura, tórax y en la cuenca del ojo, además de tener las extremidades inferiores paralizadas temporalmente, se decidió a abandonar a su esposo para siempre.
No obstante, un tribunal se lo negó.
El caso de Liu ha desencadenado un debate a nivel nacional acerca de dos de los problemas más relevantes que enfrentan las mujeres en China: la prevalencia de la violencia intrafamiliar y las dificultades de obtener justicia en un sistema legal que está amañado en contra de ellas.
Una encuesta realizada por la Federación de Mujeres de Toda China en 2011 demostró que aproximadamente una de cada cuatro mujeres había sufrido agresiones físicas o verbales o que su pareja había restringido su libertad; sin embargo, los activistas, que citan entrevistas con mujeres violentadas, calculan que las cifras son mucho más elevadas, en especial después de que millones estuvieron en cuarentena durante la pandemia.
Aunque China creó una ley en contra de la violencia intrafamiliar en 2016, las sanciones son mínimas. La violación marital sigue siendo legal, y las mujeres afirman que las órdenes de restricción pocas veces se cumplen.
Incluso el divorcio se está dificultando, ya que, a partir del próximo año, el gobierno impondrá un “periodo para calmar los ánimos” de 30 días a las parejas que quieran separarse. Los legisladores, alarmados por el aumento en los índices de divorcios en China, aseguran que la nueva ley evitará que las parejas se separen apresuradamente, pero los defensores de los derechos de las mujeres afirman que esto hará que las mujeres se queden atrapadas en matrimonios violentos durante más tiempo.
Los problemas de Liu, de 24 años, comenzaron aproximadamente un año después de que contrajo matrimonio en 2017 con su novio del bachillerato, Dou Jiahao, de 23 años, en Shangqiu, una ciudad de más de siete millones de habitantes. En una entrevista, Liu comentó que durante el cortejo la trataba muy bien. Después, en abril de 2018, Dou perdió más de 7200 dólares en apuestas y la golpeó al llegar a casa, de acuerdo con Liu.
“Esa primera vez no llamé a la policía porque no identifiqué la conducta como violencia intrafamiliar”, relató. “En esa época, la frase ‘violencia intrafamiliar’ no estaba grabada en la mente de las personas”.
Según Liu, abandonó a su esposo Dou durante un mes, él se disculpó y le rogó que le diera otra oportunidad. Liu decidió quedarse con él debido a que su hijo, que ahora tiene casi 3 años, aún era un bebé.
En julio de 2019, narró Liu, se quejó con su suegra de que Dou se había quedado fuera toda la noche jugando baraja. La mujer de edad avanzada reprendió a su hijo, quien montó en cólera y abofeteó y golpeó a Liu, comentó.
Aunque no creía tener la evidencia suficiente para recurrir a la policía, Liu decidió que era hora de terminar su matrimonio.
No obstante, antes de poder hacerlo, la golpeó por tercera ocasión.
En agosto de 2019, Dou enfureció porque su madre le llamó la atención frente a sus amistades mientras apostaba. Liu dijo que su madre, alarmada al verlo tan molesto, le envió un mensaje: “Cierra la puerta y escapa de prisa”.
Esa noche, Liu fue a quedarse con su madre, pero seis días después, Liu regresó a su boutique pensando que su esposo estaba fuera de la ciudad. En lugar de eso, su esposo entró intempestivamente en la tienda, empujó a Liu al piso, la abofeteó, le arrebató su celular y amenazó con matarla, recordó Liu.
La única manera de detener la golpiza, narró Liu, fue saltar por la ventana y aterrizar de golpe sobre sus pies descalzos. Las imágenes en video que captaron las cámaras de seguridad muestran a Dou saliendo de la tienda y mirando inquisidoramente la ventana de arriba mientras los transeúntes conmocionados trataban de ayudar a Liu.
“Se puede ver que casi se transformó en un psicópata”, dijo Liu, quien usa una silla de ruedas mientras se recupera. “Me golpeaba para satisfacer un deseo de violencia”.
No fue posible localizar a Dou, quien se encuentra en custodia policial, para obtener su declaración. Liu afirmó que los padres de Dou cambiaron de número de celular y no tiene manera de comunicarse con ellos. Su abogado dijo que no tenía detalles de contacto del abogado de Dou.
Apenas en años recientes, la violencia intrafamiliar comenzó a considerarse un problema relevante en China, donde los legisladores y los encargados de hacer cumplir la ley son principalmente hombres y no es bien visto que las familias ventilen sus problemas en público. Muchos casos de alto perfil han llamado la atención sobre el tema y una ciudad en el este de China hace poco comenzó a permitir que las personas consulten los registros de sus parejas para verificar si tienen antecedentes de violencia antes de casarse.
No obstante, las víctimas con frecuencia encuentran resistencia en el sistema legal, lo cual puede desalentarlas de buscar ayuda. Aunque la ley marital en China especifica que la violencia intrafamiliar es motivo suficiente para solicitar el divorcio, muchos tribunales alientan a las parejas a tratar de reconciliarse en nombre de la armonía social y familiar.
Después de la tercera golpiza, los suegros de Liu trataron de convencerla de seguir casada con la promesa de darle un auto y un apartamento, comentó ella. Se negó y ellos dejaron de pagar sus gastos médicos.
Liu también encontró poca solidaridad cuando reportó a su esposo con la policía. Los oficiales de policía dijeron que sus heridas se debían a la caída, relató, y un comité forense reveló que Dou solo era responsable de fracturarle la cuenca del ojo izquierdo, lo que describieron como una “lesión menor”, de acuerdo con una copia del reporte revisado por The New York Times. Se hicieron muchas llamadas telefónicas a la policía para solicitar comentarios, pero no hubo respuesta.
Una segunda evaluación en noviembre de 2019 concluyó que Dou le había ocasionado a Liu una “lesión menor de grado uno”, lo que elevó el caso a nivel penal. Fue detenido en marzo y acusado de daños intencionales.
En junio, Liu solicitó el divorcio en el tribunal del condado de Zhecheng en la provincia de Henan, donde mostró el vídeo de la golpiza en la tienda como prueba. El tribunal rechazó su petición, afirmando que Dou no había aceptado el divorcio y que debían recurrir a la mediación. También le dijeron a Liu que no podía obtener el divorcio mientras la causa penal contra su marido estuviera pendiente.
“Nunca se me ocurrió que los tribunales no pudieran concederme el divorcio directamente en la primera audiencia”, afirmó Liu.
En un intento de presionar al tribunal, Liu subió el video de su golpiza a WeChat, la plataforma de redes sociales predominante en China. Miles de usuarios de internet chinos se unieron a su defensa y una etiqueta sobre su caso fue vista más de mil millones de veces en el sitio de microblogueo Weibo. Pronto empezaron a hacerle entrevistas en los medios de comunicación.
Al poco tiempo, un juez llamó a Liu para decir que no había necesidad de mediación y que el tribunal emitiría un veredicto pronto. El 28 de julio, tres semanas después de que publicó el vídeo, se le concedió el divorcio.
“Estoy muy feliz”, dijo Liu, quien se prepara para reabrir su tienda después de renovarla. “Al fin conseguí lo que quería”.
Liu Zengyan en el hospital en agosto de 2019, un día después de ser atacada por su entonces esposo.
Una imagen del video de las cámaras de seguridad muestra a Liu Zengyan en la calle después de saltar de una ventana para escapar de una agresión del que entonces era su esposo, quien aparece de pie sobre la acera, en Shangqiu, China, en agosto de 2019. (Vía The New York Times)