Un grupo de investigadores cree haber descubierto la razón por la que tantos enfermos con COVID-19 pierden el sentido del olfato aunque no hayan desarrollado otros síntomas, tras estudiar el tejido extraído de la nariz a pacientes durante cirugías.
En su estudio, el equipo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins (EE.UU.) se centró en las muestras de tejido de la parte posterior de la cavidad nasal obtenidas de 23 pacientes que padecían afecciones como tumores o rinosinusitis crónica.
Los investigadores también analizaron biopsias de la tráquea de siete pacientes, ninguno de los cuales tenía el coronavirus.
Los científicos aplicaron tintas fluorescentes a las muestras para detectar y visualizar bajo el microscopio la presencia de la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2), considerada como la puerta de entrada del coronavirus en el organismo humano.
Los investigadores detectaron niveles más altos de ACE2 en las células de revestimiento del epitelio olfativo, un área de la parte posterior de la cavidad nasal donde se detectan los olores.
La concentración de este tipo de enzima allí superó en entre 200 y 700 veces los niveles de ACE2 en otras zonas del tejido de la nariz y la tráquea, independientemente de la enfermedad que afectaba al paciente.
Al mismo tiempo no se detectó ACE2 en las neuronas olfativas, que transmiten información sobre olores al cerebro.
Los resultados sugieren que en esta área de la cavidad nasal, responsable de sentir olores, “podría estar el lugar por el que el COVID-19 entra en nuestro cuerpo”, según comentó Mengfei Chen, una de las responsables del estudio publicado en European Respiratory Journal.
Los investigadores están realizando más experimentos para confirmar esta suposición. “Si esto es así, podríamos lidiar con la infección mediante terapias antivirales suministradas directamente por vía nasal”, indicó el coautor Andrew Lane.