Uno de los sectores más afectados por la parálisis comercial por la pandemia del coronavirus, es el de los estilistas de cabelleras, es decir, barberos y saloneras, como popularmente son conocidos. En las redes sociales era constante ver personas lamentando que no podían “hacerse un cerquillo, retocarse la barba o ir al salón para arreglar su pelo”.
Ahora que el país experimenta una primera fase de la desescalada para el retorno de la actividad comercial, estos pequeños y medianos negocios han vuelto, pero se han visto en la obligación de extremar las medidas de protección para evitar los contagios.
A más de una semana de iniciar la desescalada, estos barberos han salido un poco de la crisis económica que aqueja al país por el coronavirus, ya que decenas de personas acuden diariamente a realizarse diversos procedimientos en sus cabelleras.
Tal es el caso de Santana Barber Shop, una peluquería que ha visto como la metodología de trabajo ha cambiado con los nuevos bríos que ha traído el coronavirus a la República Dominicana.
Esta barbería, ubicada en el Ensanche Ozama de Santo Domingo Este, utilizan 15 capas diferentes en cada locación, las cuales son lavadas constantemente como método de protección, con un personal reducido de 4 barberos por día.
Acorde a los nuevos tiempos, los servicios se realizan con una cita previa, lo que evita que las personas se aglomeren en el espacio de la peluquería. También, exigen el uso de mascarillas tanto para los empleados como para los clientes que requieren de esos servicios.
J.S