Un equipo médico encabezado por el cirujano César Noval ha comprimido en una única intervención de 17 horas realizada en el hospital privado Imed de Valencia una cirugía de reasignación de sexo, un proceso que en España suele durar entre dos y 10 años. Al paciente, un hombre trans, se le construyó un pene (faloplastia), se le retiró los genitales internos femeninos y las mamas además de hacerle una masculinización facial, ha explicado este martes Noval.
El hombre, de 29 años, que siempre se había sentido varón, se operó hace dos meses y se ha recuperado satisfactoriamente. Hace ya vida prácticamente normal, aunque su actividad sexual todavía es limitada, ha indicado el cirujano.
Las operaciones a las que ha sido sometido incluyen retirar los pechos y remarcar los pectorales y la extracción de los órganos genitales femeninos. La implantación del pene se realizó obteniendo la piel, la grasa, los nervios, las arterias y las venas del antebrazo del paciente, sobre el que después se colocó un injerto de piel de su muslo. También se masculinizó el rostro, con el objetivo de hacer la cara más cuadrada y la nariz un poco más ancha. “La principal ventaja de hacerlo todo de una vez”, ha afirmado Noval, “es que el paciente no se pasa varios años con la vida suspendida esperando la siguiente operación”.
En la sanidad pública someterse a las tres operaciones principales —para la masculinización facial siempre hay que acudir a la privada— puede llegar a costar entre ocho y diez años, porque se hacen intervenciones sucesivas por parte de distintos servicios, según Mané Fernández, vicepresidente de la Federación Estatal LGTBI y hombre transexual. Si bien el tiempo de espera es menor en aquellas comunidades donde la normativa sanitaria tiene en cuenta las necesidades del colectivo LGTBI. “Por eso es tan importante que se legisle a escala nacional y se apruebe la Ley de Igualdad LGTBI que está en trámite parlamentario”, añade.
En la sanidad privada las cuatro intervenciones requieren unos dos años porque se suelen dejar pasar al menos seis meses entre las operaciones, ha señalado Noval, que conoció la técnica de una única operación en Estados Unidos. El médico no ha querido revelar cuánto ha pagado el paciente por la operación, que ha llevado a cabo con su propio equipo, de la Clínica Noval, en las instalaciones de Imed, pero ha admitido que más de 20.000 euros.
Para someterse a una operación de estas características el paciente debe estar en buena forma física y psicológica y contar con apoyo familiar y social, ha destacado el cirujano. El hombre habita en un pueblo de la Comunidad Valenciana, lleva 15 años viviendo plenamente como un varón y tres con tratamiento hormonal. Mantiene una relación estable desde hace una década. Y tanto su mujer como la familia de esta le han brindado, según Noval, “un apoyo espectacular”.
Complicaciones
La cirugía de reasignación de sexo tiene un alto riesgo de complicaciones. Las más graves tienden a concentrarse en las primeras 48 horas. El cirujano ha advertido de que solo el 60% de los pacientes logran sensibilidad en el pene. El 30% sufre una pérdida total o parcial del falo. El peligro de sufrir cáncer de mama aumenta, pese a las mastectomías, debido al tratamiento hormonal. Y normalmente es necesario colocar, además, una prótesis en el nuevo miembro, si bien en el caso presentado este martes no parece que vaya a ser necesario.
En España se practican en torno a 15 faloplastias al año. El número de vaginoplastias de reasignación de sexo, las operaciones a las que se someten las mujeres trans, son más numerosas y rondan el centenar. El vicepresidente de la Federación Estatal LGTB afirma que la baja tasa de faloplastias se debe a que se trata de una operación que no solo entraña riesgos, sino que rara vez cumple la expectativa de lo que aspiran a conseguir quienes se someten a ella.
La intervención es irreversible. En los poquísimos casos en que los pacientes piden volver al estado anterior, un 0,6%, los resultados no son buenos. El doctor Noval aconseja a los pacientes y a sus familiares que acudan a asociaciones LGTBI y conozcan a personas que han vivido lo mismo. Y también que pasen previamente por un periodo de “experiencia de vida real”; “que vivan en el cuerpo que sienten, cuando se sientan confortables, podemos continuar”.
“Sin apoyo no se puede hacer”
Además de conocer otros casos a través de asociaciones LGTBI —el paciente de Valencia no ha querido hacerlo con ninguna—, el apoyo familiar y del círculo social más próximo es esencial, afirma el cirujano, que ha realizado la operación pionera, tanto por el factor psicológico como por el acompañamiento que el paciente requiere en la convalecencia. “Sin ese apoyo no se puede operar. Y es muy duro decirle a un paciente que quiere operarse que no lo vas a operar, porque lo necesita para su desarrollo personal”, dice.
En la intervención de Valencia el equipo se dividió en dos para darse relevos. En el tratamiento participaron un cirujano plástico y otro maxilofacial, una médica endocrina, una ginecóloga, una uróloga y un psicólogo.