En todos los casos la situación fue la misma. El fútbol regresó sin el calor del público y bajo estrictas medidas sanitarias. Vuelve a ir rodando el balón. Se espera que en las próximas semanas lo haga en otros países. Pero lo hace en medio de un silencio tan solo roto por los sonidos de los golpeos de los jugadores y los comentarios y exclamaciones de estos mismos. Los festejos de los goles son extraños. Todo es diferente.
Como diferente, mucho, lo fue para la afición del Brujas, declarado el pasado viernes campeón de la Liga belga por la Asamblea General de la Liga Profesional, tras haber sido suspendida la competición por el coronavirus.
Los hinchas no pudieron salir a la calle, como hubiera sido habitual, o acudir a su estadio, agasajar en directo a sus jugadores, para celebrar su decimosexta corona liguera, que ya saboreaban antes del parón por la pandemia, al liderar la tabla con quince puntos más que el segundo clasificado, el Gante, a un solo encuentro de acabar la primera fase.
El club se tuvo que reinventar y encontró, como en tantas y tantas facetas en estos tiempos, una solución virtual. A través de sus medios y sus cuentas en redes sociales organizó este domingo una ‘fiesta’ en la que participó la afición, pero de otra manera bien distinta.
Se hizo un repaso a los encuentros ligueros de la campaña, se analizó la evolución de la temporada, y todo derivó en un encuentro virtual con los hinchas ataviados con camisetas y bufandas celebrando el título desde sus casas, todo ello amenizado con un DJ de excepción, el defensa Clinton Mata, encargado de darle ritmo a esta singular celebración.
El mundo del fútbol sabe que la afición es una parte determinante de su idiosincrasia. Pero mientras espera su vuelta cuando las circunstancias lo permitan no le queda más remedio que recurrir a estas fórmulas alternativas.