Hiroko Tabuchi
Uno de los productos que más cuesta encontrar en las tiendas hoy en día son las leches alternativas. Por ejemplo, las ventas de leche de avena se dispararon más de un 350 por ciento en fechas recientes, a medida que los clientes frecuentes de las cafeterías, ahora separados de sus baristas, han empezado a preparar sus cafés en casa.
La buena noticia es que no necesitas comprar las leches del supermercado. He estado experimentando con los productos de mi alacena durante la cuarentena, y uno de los descubrimientos más geniales que he hecho es que las leches vegetales como las de soya, almendra o avena son fáciles de elaborar. Además, pueden ayudarte a reducir tu huella personal de carbono.
La producción de lácteos —incluyendo la leche, el queso, el helado y el yogur— representa casi un 4 por ciento de las emisiones a nivel mundial que cada año agravan el calentamiento global. En general, las leches de soya, almendra y avena tienen una huella de carbono mucho menor que la leche de vaca, y usan menos agua. (Sí, también la leche de almendra, que se ha hecho de una muy mala reputación durante las sequías de California).
“Como consumidores, deberíamos saber qué leches son más y menos sustentables, de modo que podamos tomar decisiones informadas”, dijo Joseph Poore, investigador de la Escuela de Geografía y Medioambiente de The Queen’s College (Universidad de Oxford).
Si quieres incursionar en la elaboración de leches alternativas en casa, sigue esta guía. Todas se preparan prácticamente de la misma manera y no tienes que usar ningún tipo de equipo sofisticado.
En primer lugar, remoja una taza de soya, almendras o avena en bastante agua durante la noche. La soya, sobre todo, aumentará dos o tres veces su volumen, así que asegúrate de hacer esto en un tazón grande.
Por la mañana, usa un colador para escurrir el agua y enjuaga la soya, las almendras o la avena. Esto es muy importante en particular con la avena, pues evita que la leche resulte viscosa y glutinosa.
Después, coloca tu soya, almendras o avena en una licuadora junto con tres tazas de agua y licúa durante unos dos minutos. Licuar la mezcla muy bien maximizará la cantidad de leche que podrás extraer. (Puedes experimentar con diferentes cantidades de agua: yo he hecho leche de avena con 1 1/2 tazas y con 3 tazas de agua. La versión de una taza y media tiene mucho más sabor y cuerpo, y quizá es mejor para añadir a tu café, pero se acaba más rápido).
Después, vierte la mezcla en una estopilla limpia —una bolsa especial para hacer leche vegetal facilita mucho este paso y evita derrames— y exprime la leche. Y cuando digo exprime, significa de verdad exprimir hasta que saques la última gota.
Luego, si estás usando soya o almendras, calienta a fuego lento la leche, pero no dejes que hierva. Esa es una práctica común en Japón, porque la gente no suele comerse las nueces crudas. Pero no te recomiendo que calientes la leche de avena, pues puede tornarse viscosa fácilmente.
Puedes agregar un poco de azúcar o jarabe de arce a cualquiera de las leches, al gusto. Puede conservarse en el refrigerador, cubierta, durante unos cinco días.
Cuando termines, te sobrará algo de pulpa. Yo la uso para hornear. He estado haciendo donas veganas de soya (aunque tienen forma de panqués individuales porque no tengo bandejas para rosquillas) y han quedado riquísimas. Cuando era niña, en Japón, mi madre siempre freía la pulpa de soya, que llamamos okara, acompañada de vegetales. Quedaba deliciosa.
Ahora un poco de información sobre la huella ambiental de las leches alternativas: el cultivo de soya, en particular, es una causa importante de la deforestación en la selva amazónica y una gran fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la mayoría de la soya de la Amazonia se exporta a Asia y a Europa como pienso para ganado, lo que incrementa la huella ambiental de los productos animales.
Y, sí, usarás agua en la preparación de la leche, con lo que trasladarás el agua y las emisiones relacionadas con su producción de una fábrica a tu casa, tal vez con algunas pérdidas relacionadas con la economía de escala.
Lo último que debes recordar: los lácteos contienen nutrientes, como calcio y proteínas, que son importantes para la salud de los huesos y los músculos. Así que revisa tu dieta general si piensas limitar o eliminar tu consumo de lácteos, a fin de asegurarte de obtener nutrientes suficientes de otros alimentos.
Los pasos para elaborar leche de avena casera. (Hiroko Tabuchi/The New York Times)
c.2020 The New York Times Company