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Cómo fue que China rastreó a los detenidos y sus familiares

La última vez que escuchó de su familia fue hace más de tres años, antes de que China comenzara a reunir a los musulmanes en el extremo oeste del país. Ella vivía en el extranjero y no sabía nada del destino de sus familiares, hasta que se filtró el contenido de un documento gubernamental que describe sus vidas con detalles escalofriantes.

Rozinisa Memettohti, quien pertenece a la etnia uigur y vive en Turquía desde 2003, se enteró por el documento de que dos de sus hermanas habían sido enviadas a campos de adoctrinamiento debido a que tuvieron más hijos de los que se permitía en la región. Una de las hermanas también fue señalada por obtener un pasaporte.

“La realidad ya es mucho peor que cualquiera de mis temores”, dijo Memettohti en una entrevista telefónica este mes. “Mi padre, mis hermanos y mis hermanas están en peligro”.

En los últimos años, las autoridades de la región de Sinkiang han confinado a cientos de miles de uigures, kazajos y otros grupos minoritarios predominantemente musulmanes en campos de adoctrinamiento como resultado de la campaña de detenciones masivas más radical que se había visto desde la era de Mao. El documento ofrece una visión rara y detallada de cómo el Partido Comunista ha implementado el sistema de detenciones que ha destrozado a la sociedad en Sinkiang.

El documento filtrado, una hoja de cálculo de 137 páginas, describe la información que las autoridades del condado de Karakax (que también se escribe Qaraqash), en el suroeste de Sinkiang, han reunido sobre sus residentes. Eso incluye los nombres y números de identificación del gobierno de más de 300 personas que se encuentran detenidas en campos de adoctrinamiento e información sobre cientos de sus familiares y vecinos. Incluso jóvenes de 16 años fueron monitoreados de cerca para detectar signos de lo que Pekín considera mentalidades rebeldes.

Este documento es solo uno de los numerosos archivos que se han hecho sobre las personas que han sido detenidas en los campos, más de un millón, y muestra la variedad de comportamientos que las autoridades consideran problemáticos, pero que serían normales en otros lugares, como dejar el alcohol, querer ir a una peregrinación religiosa o asistir a un funeral.

En el caso de Memettohti, sus hermanas fueron señaladas por rezar regularmente y participar en ceremonias religiosas rutinarias.

La hoja de cálculo se suma a un creciente grupo de evidencias de estas detenciones. Los informes sobre otros documentos gubernamentales filtrados el año pasado por The New York Times y un grupo de medios dirigidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación mostraron la naturaleza coercitiva de la represión y detallaron los estrictos controles que se les imponen a los detenidos en los campos de adoctrinamiento.

El último documento del gobierno chino se filtró el año pasado, y activistas uigures en el extranjero lo compartieron con varias organizaciones de medios de comunicación, incluido The New York Times.

Los datos que contiene muestran cómo China ha tratado de establecer un dominio sobre los uigures y otros grupos minoritarios en nombre de una mayor seguridad, dijo Adrian Zenz, un investigador que analizó la hoja de cálculo.

“Este documento es, por mucho, el más detallado que tenemos”, dijo Zenz, miembro de Victims of Communism Memorial Foundation, en Washington. “Nos permite diseccionar la constitución tanto de la estrategia de internamiento como de lo que el gobierno” ahora está haciendo con estas personas.

Zenz dijo que confiaba en que el documento era legítimo por varias razones. Dijo que había comparado las identidades de 337 detenidos, familiares y vecinos que aparecen en la lista con otros documentos del gobierno, hojas de cálculo y una base de datos filtrada de SenseNets, una compañía de vigilancia china, que incluía coordenadas GPS junto con nombres, números de identificación, direcciones y fotos.

También dijo que había localizado tres de los sitios de internamiento mencionados en el documento basándose en campamentos previamente identificados, y que el lenguaje usado en la hoja de cálculo se parecía al de los documentos oficiales en otras partes de Sinkiang.

El gobierno chino dice que sus políticas en Sinkiang están destinadas a frenar el terrorismo y el separatismo, y que los campos brindan instrucción en idioma chino y otras habilidades a las personas que pueden ser susceptibles a las ideas extremistas.

Pero la hoja de cálculo de Karakax muestra cómo los funcionarios han monitoreado detalles minuciosos de la vida cotidiana para encontrar a quiénes aprehender, pues Chen Quanguo, el jefe del Partido Comunista en Sinkiang, ha ordenado a los funcionarios “detener a todos los que deban ser detenidos”.

Las autoridades analizaron a tres generaciones de la familia de cada detenido, así como a sus vecinos y amigos. Los funcionarios encargados del monitoreo de las mezquitas informaron qué tanto participaban los residentes en ceremonias como bautizos, circuncisiones, bodas y funerales.

La lista especificaba si los detenidos aprendían sobre religión de sus padres y abuelos o en otros lugares. En ella constaba que decenas de ellos tenían un “ambiente religioso pesado” en casa, designación que a menudo venía seguida de la recomendación de que esas personas no fueran liberadas.

Las autoridades también estudiaban cuántas veces al día rezaban los detenidos y si participaban o siquiera mostraban interés en las peregrinaciones religiosas.

También se registraban los signos externos de que se profesa una fe. “Usó barba desde marzo de 2011 hasta julio de 2014”, se lee en la descripción de un detenido que está relacionado con varias personas que fueron enviadas a campamentos. Las autoridades clasificaron como “confiable” a otro hombre, padre de dos detenidos, que se cortó la barba y comenzó a beber alcohol después de un año de abstenerse.

Zenz, quien estudió la hoja de cálculo, estimó que aproximadamente tres cuartos de los detenidos enumerados habían sido liberados. Parece que eso coincide con las afirmaciones realizadas el año pasado por los funcionarios de Sinkiang que aseguraron que habían comenzado a cerrar el programa.

Pero el documento muestra que, luego de su liberación de los campamentos, muchos fueron asignados a trabajos en parques industriales estrictamente controlados, y al menos una persona realizó ese tipo de labores mientras permanecía detenida. Algunos exreclusos han descrito un sistema de trabajos forzados en el que se les exigía trabajar por poco o nada de dinero después de su liberación.

Rozinisa Memettohti, miembro de la etnia uigur, el 17 de febrero de 2020, en Estambul, Turquía, supo por un documento filtrado del gobierno chino que algunos de sus familiares habían sido enviados a campos de adoctrinamiento. (Furkan Temir/The New York Times)

 

c.2020 The New York Times Company

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