Tecún Umán (Guatemala), EFE.- El regreso no es una opción para miles de miembros de la caravana migrante, varados desde hace más de 24 horas en la frontera entre Guatemala y México a la espera de soluciones.
Los migrantes, en su mayoría hondureños, no se cuestionan el objetivo de continuar su camino pese a la férrea barrera que representa la Guardia Nacional mexicana, desplegada a la orilla del río Suchiate que divide Guatemala del estado suroriental de Chiapas.
Son solo unos cuantos de los 4.000 que registró el Instituto Guatemalteco de Migración los que decidieron regresar a su país y poco más de la cuarta parte los que aceptaron registrarse ante las autoridades mexicanas, bajo la promesa de contar con un trabajo ofrecido por el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador.
El trabajo sería brindado de vuelta en Honduras por medio de la Agencia Mexicana de Cooperación para el Desarrollo.
La autoridades migratorias guatemaltecas aseguraron que 113 personas hondureñas y 68 salvadoreñas solicitaron un traslado asistido a sus países, en el marco del Acuerdo de Cooperación de Asilo, como se ha llamado al convenio de “tercer país seguro” que firmó Guatemala con EE.UU. en julio pasado.
Pero la mayoría, unos 2.500 hondureños y unas decenas de salvadoreños, nicaragüenses y guatemaltecos optarán por continuar su camino.
El problema para los migrantes, según constató la Agencia EFE, será la elección del camino para atravesar el muro migratorio en México y, muchos kilómetros más tarde, pasar la barrera estadounidense.
Un hondureño que se reservó el nombre contó a EFE en el lado guatemalteco de la frontera que seguirá “luchando e intentando cruzar (a México) por otro lado”, lejos de la Guardia Nacional mexicana.
“Sé que está difícil, pero es más difícil regresar a Honduras que volver a intentarlo, pese a la represión que nos hacen en México”, subrayó.
La mañana de este martes, cientos de migrantes que integran una caravana cada vez más dispersa despertaron sobre la arena de la cuenca del río Suchiate. Algunos pasaron allí la noche y fueron a desayunar a la Casa del Migrante, una entidad no gubernamental religiosa que también acogió a cientos de migrantes en la noche del lunes.
Esta organización denunció en Ciudad de Guatemala, en voz de su director, el padre Mauro Verzeletti, una serie de amenazas en contra del personal, incluido él mismo por realizar el trabajo humanitario que le brindan a los migrantes y pidieron apoyo policial a las autoridades guatemaltecas para sus distintas sedes, como la de Tecún Umán, la de Esquipulas (cercana a Honduras) o la de la capital del país.
La mayoría de la caravana se encuentra del lado del río que pertenece a Guatemala y los rumores que corren entre la gente que descansa sobre los alrededores es que volverán a intentar el cruce, aunque no hay claridad si será por el mismo sitio en el que ya los repelió la Guardia Nacional o buscarán otro punto ciego que se hará visible con el paso de los miles de migrantes.
Otra mujer aseguró que es una “mentira” el plan de trabajo ofrecido por México y sostiene su fe en que el Gobierno de ese país dará un permiso de libre tránsito por su territorio, algo que ya se descartó repetidamente por las autoridades mexicanas.
A diferencia de anteriores movimientos masivos de migrantes convertidos en caravanas, esta ocasión existe aparentemente una menor organización y mayor cansancio general frente al muro migratorio mexicano.
Este tipo de movilizaciones ocurren desde octubre de 2018, cuando miles de migrantes centroamericanos entraron en México para huir de la pobreza y la violencia con el objetivo de llegar a territorio estadounidense.