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Por: Ling Almánzar
Cuerpos que bailan, son cuerpos que arden. Caderas y pasos se desatan sobre la pista, dándolo todo. La euforia de los cuerpos se vuelve contagiosa, al ritmo de la música: se baila con pasión, se encienden las emociones. Cerveza, música, ron: todo es alegría y gozadera.
En esos “juntes” llega el amor. Algunos piden matrimonio a sus novias: destapan una cajita, se arrodillan y sacan el anillo. Ellas aceptan, se ponen la sortija. Hay un estallido de emociones y espumas a su alrededor. Claro, algunas dan el sí para no dejar en vergüenza al inspirado pretendiente. De ahí en adelante, solo ellos saben. A Dios que reparta suerte…
En el “Corito bachatero” se baila, se vive… Los pies se sueltan, al compás de movimientos rítmicos y pegajosos. Hay armonía corporal: un cemento invisible une a las parejas y las pone a reguilar como trompos. Vueltas, giros y maromas, pasos prohibidos: todo se vale sobre la pista. Se pierde la timidez, se borran los tabúes y se confunden los cuerpos en la alfombra de los pasos. Todo es vibración, contagio, disfrute al máximo. Llegan jóvenes que sueñan con Aventura y se desviven por Romeo, el príncipe azul. El malecón se vuelve una locura.
La Terraza Olímpica ofrece bachata y merengue en vivo; además, hay salsa y dembow. Es un espacio clásico. Se baila pegadito. Una bachata bien guayaíta… un merengue hasta la tambora… una salsa encendida. Todo se puede. El público de aquí es más maduro y adulto. Viernes de bachata, domingos de merengue típico.
Havana Lounge es un pedazo de Cuba en la Zona Colonial. El que va a esa disco, sabe a lo que va: a bailar, a gozar, a vivir. Tiene dos niveles, el ambiente es agradable, se sirven mojitos y otros tragos. La música suena bien, y el aire enfría jevi. Ah, el baño de hombres es una producción de cómics. La gente que va gusta de la salsa y la guaracha cubana. De hecho, la disco es un homenaje a La Habana, vieja o nueva, no importa: Celia Cruz, la Sonora Matancera, el Trío Matamoros, están vivos allí.
A veces el amor arranca en la pista, al compás de una bachatica o de un merenguito. Muchas parejas se han prendado bailando, agarradas de la mano. El amor es un pajarito caprichoso: vuela sin alas y se clava en el corazón, dejando enganchados a los enamorados. Las maripositas revolotean en el estómago, luego de una bailaíta y una sonrisita… Se hacen declaraciones de amor y buenos tragos: Baco y Cupido andan juntos.
Bailar es vivir, amar, gozar… Es para todas las edades. Solo basta caminar, soltar los pasos, perder la timidez y “desacatarse”.