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El Senado de Estados Unidos ha confirmado a Robert F. Kennedy Jr. como nuevo secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS) en una votación de 52 a 48. La designación se produce en medio de un clima político tenso, donde su historial como activista y sus posturas sobre las vacunas han generado controversia.
Kennedy asumirá el control de una agencia con un presupuesto de 1.7 billones de dólares, encargada de la seguridad sanitaria, los programas de seguro médico y la regulación alimentaria en el país.
Su postura ha sido particularmente controversial durante la pandemia de COVID-19, cuando lideró acciones legales contra fabricantes de vacunas y agencias gubernamentales.
A pesar del escepticismo expresado por algunos legisladores, su confirmación fue respaldada mayoritariamente por el Partido Republicano y el presidente Donald Trump.
El nuevo secretario enfrentará el reto de gestionar las políticas de salud en un contexto de reformas impulsadas por la actual administración. Entre los primeros anuncios tras su confirmación, se espera una revisión de los programas de vacunación y cambios en las regulaciones sanitarias.
El nombramiento de Kennedy se produce en un contexto de reestructuración masiva del Gobierno federal, impulsada por la administración Trump y por líderes como el empresario Elon Musk. En este marco, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han anunciado recortes significativos en la financiación de investigaciones médicas, afectando proyectos clave para el tratamiento del cáncer y el Alzheimer.
Además, Kennedy ha adelantado planes para reformar las agencias de salud pública, incluyendo el despido de cientos de empleados en el NIH, la FDA y los CDC. Estas medidas han sido vistas por sus críticos como un intento de debilitar las regulaciones de salud en favor de una visión más descentralizada y con menos intervención gubernamental.
Un futuro incierto
Mientras los republicanos defienden la confirmación de Kennedy como un paso hacia la “libertad médica” y el control del gasto en salud, los demócratas advierten sobre los riesgos que su liderazgo podría representar para la salud pública. La comunidad científica ha manifestado su preocupación por posibles cambios en las políticas de vacunación y en las protecciones federales contra las grandes farmacéuticas.