Por: Ling Almánzar
Estrellas, Águilas, Licey y Escogido escogieron lo mejor que pudieron y se fortalecieron de cara al Round Robin, que es cuando se separan los héroes de los villanos. En esa guerra sin cuartel, que arranca este jueves 2, van todos contra todos, sin piedad alguna, para llegar a la gran final.
Cada equipo identificó sus puntos flacos y tapó sus “hoyos” como pudo, rellenando el plantel con peloteros de Gigantes y Toros, que ya están fuera de competencia.
Las Estrellas apostaron al pitcheo seleccionando a cuatro lanzadores: Esmil Rogers, que no se aprieta; Paolo Espino, que sabe lanzar; Joel César, talentoso y prometedor, y Frank Garcés, que puede resolver en momentos críticos. Los cuatro proceden de los Gigantes, de manera que el equipo de San Pedro huele a cacao.
Las Águilas tienen debilidad con su pitcheo de cierre, y por eso escogieron a cinco serpentineros, incluyendo a Fernando Abad. A este zurdo todavía le queda algo en la bola, aunque ya no es dominante. Abad puede cerrar o entrar en el octavo, pero es una interrogante desde la lomita. Los otros son Willy Peralta, Teddy Stankiewicz, Esmailin Montilla y Franklyn Kilomé. El equipo tiene al mejor dirigente del año, lo cual le da un plus.
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El Licey prefirió jugadores de posición y solo escogió a un lanzador (Reymín Guduán, un zurdo recio). Está apostando a la defensa y la velocidad, con Troy Johnston, Gustavo Núñez, Johan Rojas, Cristian Adames y Wilmer Difó. Estos jugadores son muy inquietos, siendo dinamita en las bases. El equipo azul va por el juego pequeño: toques, robos de bases, esas menudencias que pueden marcar la diferencia.
El Escogido seleccionó a José Sirí, Emilio Vargas, Joe Corbett, Kenny Hernández, R. J. Alaniz y Luis Liberato. Sirí le imprime velocidad y dinamita, y Liberato es un bate zurdo oportuno muchas veces. Los escarlatas eligieron a cuatro pitchers, concientes de sus debilidades monticulares.
Lo mejor y lo peor
Cada uno logró lo mejor posible. Las Estrellas aprovecharon que lincharon el primer lugar de la regular y picaron alante. Claro, si pasan a la final -como podría suceder- se fortalecerían con talentos de los conjuntos que queden fuera. El equipo verde puede brillar en grande, con su talento neto ahora reforzado. Es favorito para pasar…
Las Águilas tienen un solo talón de Aquiles: sus terminadores. Por ejemplo, carecen de un cerrador seguro y confiable. Richard Rodríguez no es un sepulturero efectivo: es más bien un hombre del séptimo y del octavo. Poseen, eso sí, un trabuco ofensivo, capaz de fabricar carreras a granel y de sacar juegos de la nevera. Van a pasar…
El Licey tienen serias debilidades ofensivas y picheísticas. En cambio, posee productores de carrera y jugadores pimentosos que le hacen un hoyo a cualquiera. Van a dar carpeta, pero se quedarán en el camino con la corona a cuesta.
El Escogido fue el equipo más poderoso y dominante en los primeros 20 partidos de la regular. Pero después cayó en crisis y clasificó gateando. Pasó por las graves debilidades de los Gigantes, pero algún mérito tiene para llegar a donde han llegado. Hicieron una buena zapata con récord inicial de 15-5. Sus selecciones fueron un poco flojas: le tocó la sobra.
En fin, se apagarán las luces del Quisqueya y Águilas y Estrellas pasarán a la gran final, donde escribirán una nueva página de oro en la historia de la pelota dominicana. Será una final de brinco e infartos. Pero eso se queda para cuando suceda… Lo único seguro es que habrá un nuevo campeón este mismo enero. ¿Quién será? Hay que esperar…