Asma al Asad, esposa del depuesto presidente sirio Bashar al Asad, enfrenta un complejo escenario tras su reciente exilio a Moscú. A pesar de poseer un pasaporte británico, el Reino Unido, su país natal, ha dejado claro que no es bienvenida en su territorio. Según afirmó el ministro de Exteriores, David Lammy, la posibilidad de que Asma regrese a Londres, donde nació y se crió, no está sobre la mesa.
La exprimera dama siria, madre de tres hijos y con un pasado como ejecutiva financiera en firmas internacionales, habría solicitado el divorcio tras expresar su descontento con la vida en Moscú.
Fuentes turcas y árabes señalan que Asma busca abandonar Rusia e instalarse en la capital británica, pero las restricciones diplomáticas y su implicación en las acciones del régimen de su esposo dificultan esta posibilidad.
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Asma nació en Londres en 1975, hija de una familia siria acomodada, y se licenció en Informática y Literatura Francesa en el King’s College. Su relación con Bashar al Asad transformó su vida cuando él asumió el poder en Siria en el año 2000.
Inicialmente aclamada por su carisma y estilo como una figura progresista, su reputación se deterioró a medida que la guerra civil siria consolidó a su esposo como un dictador señalado por crímenes de guerra, convirtiéndola en cómplice y defensora del régimen.
A pesar de su fortuna personal, estimada en dos mil millones de euros, y sus propiedades en Moscú, la vida de Asma se encuentra en un punto crítico. Además de los desafíos políticos, enfrenta serios problemas de salud tras ser diagnosticada con leucemia mieloide aguda, una enfermedad que complica aún más su situación actual.
El Reino Unido, que en su día fue su hogar, ha marcado una línea clara: aunque tenga pasaporte británico, las acciones del régimen de su esposo y su propio papel en él la han convertido en persona non grata. Su futuro, por ahora, sigue siendo incierto.
Por: Itzel Olivo