Apenas cuarenta minutos duró el vuelo entre Córcega a Roma que daba por finalizado el viaje papal relámpago de nueve horas a la isla francesa para clausurar un congreso de piedad popular. Quizá por lo corto del trayecto o por el cansancio acumulado de la jornada, el papa Francisco optó no realizar la habitual rueda de prensa en la que hace balance de lo vivido y se somete a un particular tercer grado sobre la actualidad social, política y eclesial.
En esta ocasión, sí se acercó a la zona del avión donde nos encontramos todos los enviados especiales y nos dirigió unas cariñosas palabras de agradecimiento por nuestra labor. “Les agradezco mucho su trabajo”, expresó Francisco. “Me gustaría señalar una cosa: ¿han visto la cantidad de niños? Piensen en otros viajes en los que no los hemos visto”, apuntó el Pontífice, que echó la vista atrás para referirse a su estancia en Timor Oriental.
Sin destino definido
Este fue el comentario lanzado por el Sucesor de Pedro, que se limitó a invitar a los presentes a acompañarle en su próximo viaje. Se le preguntó por el destino, pero el Papa argentino no desveló la incógnita.
Pero, sin duda alguna, este vuelo será recordado por el regalo que recibió Francisco de manos de la periodista mexicana Valentina Alazraki. La corresponsal entregó al Papa una tarta ‘fake’, puesto que no era comestible, coronada por un retrato suyo con el dedo levantado, un gesto característico de Jorge Mario Bergoglio.
Se trata de una celebración anticipada de su cumpleaños que se celebrará el martes. Será entonces cuando el primer Pontífice latinoamericano de la historia supere la barrera de los 88 años. Como era de esperar, Francisco acogió el presente con alegría y todos los periodistas presentes en el avión nos lanzamos a entonar el ‘cumpleaños feliz’.