El papa Francisco puso este domingo como ejemplo de “diálogo” para lograr el fin de los conflictos en Oriente Medio y Ucrania el Tratado de Paz y Amistad alcanzado entre Argentina y Chile, cuyo 40 aniversario celebró él mismo el pasado lunes en el Vaticano.
”Estos días se ha celebrado el 40 aniversario del acuerdo”, que “con la mediación de la Santa Sede, puso fin a una disputa territorial que había llevado a Argentina y Chile al borde de la guerra”, recordó ante las miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro del Vaticano por el rezo dominical del Ángelus.
”Y esto demuestra que cuando se renuncia al uso de las armas y se da el diálogo se hace un buen camino”, añadió antes de lanzar varios llamamientos a la paz tanto en Oriente Medio como en Ucrania.
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El papa Francisco deseó el lunes que el Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, que puso fin, gracias a la mediación vaticana, a la controversia territorial hace 40 años, sea “un modelo a imitar” ante los actuales conflictos y que el camino de paz y la cooperación entre ambos “pueda seguir siendo profundizado para el bien de los dos pueblos”.
Francisco presidió el pasado una ceremonia por el 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile por la disputa del canal de Beagle, “que evitó el conflicto armado que estaba por enfrentar a dos pueblos hermanos y se concluyeron con una solución digna, razonable y ecuánime”, dijo.
Junto al Papa estuvieron presentes el canciller chileno, Alberto van Klaverenen, y el embajador de Argentina ante la Santa Sede, Pablo Beltramino, y que reemplazó al ministro de Exteriores de su país, Gerardo Werthein, por “razones de agenda”.
En su discurso, el Sumo Pontífice agradeció “la paz y la cooperación entre las dos naciones” y confió que “este camino pueda seguir siendo profundizado para el bien de los dos pueblos.
”El Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, que dio fin al conflicto territorial de Beagle, gracias a la mediación de Juan Pablo II, fue firmado el 29 de noviembre de 1984.
El Conflicto
El conflicto entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle comenzó como una disputa de soberanía sobre las islas Picton, Lennox y Nueva, ubicadas en la región austral. Esta controversia, que se intensificó en la década de 1970, surgió debido a diferencias en la interpretación del Tratado de 1881, que delimitaba las fronteras entre ambos países. En 1977, un arbitraje internacional favoreció a Chile, lo que generó tensiones en Argentina, al punto de acercarse a un enfrentamiento armado en 1978.
En la Navidad de 1978 ambos países estuvieron a punto de ir a la guerra hasta que Juan Pablo II, quien había asumido su pontificado en octubre de ese año, aceptó ser el mediador luego de haberlo meditado largamente, tal como confesaría en 1985.
El Papa designó para la tarea al cardenal Antonio Samoré, un experto en América Latina. El religioso empezó su trabajo el 26 de diciembre de 1978. Se entrevistó primero con el general Videla y luego con los militares chilenos. Lo acompañaron en la tarea los nuncios de Chile y Argentina, Angelo Sodano y Pío Laghi. Su frase “veo una lucecita de esperanza al final del túnel”, fue su forma de decir que había cómo evitar una guerra. Nuestro país frenó el “Operativo Soberanía” (puesto en marcha la noche del 21 de diciembre) y las naves de guerra, que se dirigían a la zona en cuestión, volvieron a los puertos argentinos.
Dos semanas después de iniciar su tarea, los ministros de relaciones exteriores de los dos países suscribieron el 8 de enero de 1979 el Acta de Montevideo, en la que se solicitaba formalmente la mediación de la Santa Sede.
El 4 de mayo de 1979 fue la primera reunión de ambas partes en el Vaticano. El 12 de diciembre de 1980 Juan Pablo II entregó su proposición de paz, que Chile aceptó tres semanas después pero que fue objetada por Argentina. Se reconocía a Chile la soberanía sobre las islas y 12 millas de mar, y a Argentina la jurisdicción marítima desde allí hasta las 200 millas. Dentro de esa zona del Atlántico, propuso la creación de un espacio de unos 118 mil kilómetros cuadrados llamado “Zona de Actividades Comunes o Concertadas”. Argentina rechazó este punto al considerar que los puntos de esa área eran imprecisos.
El tratado delimitó las fronteras en 232 mil kilómetros cuadrados de espacios terrestres y marítimos. Fueron para Chile una docena de islas e islotes y estableció la división meridional por el Cabo de Hornos, vieja pretensión de nuestro país. Además, limitó la expansión marítima chilena en el Atlántico, se determinó los límites en la boca oriental del Estrecho de Magallanes y se establecieron las condiciones de navegación en la zona en conflicto.
Fuente: Infobae
GG