Legisladores británicos aprobaron este viernes la legalización de la muerte asistida, una polémica propuesta que convierte a Gran Bretaña en uno de los pocos lugares que permiten a los enfermos terminales poner fin a sus vidas.
Los legisladores en la Cámara de los Comunes votaron por 330 a 275 en apoyo al proyecto de ley, tras un debate que duró horas en la cámara y una campaña de años por parte de figuras destacadas que se basaron en emotivos testimonios de primera mano.
El proyecto de ley permitirá a las personas con una enfermedad terminal y menos de seis meses de vida tomar una sustancia para poner fin a su vida siempre que sean capaces de tomar la decisión por sí mismas. Dos médicos, seguidos de un juez de un tribunal superior, tendrían que dar su visto bueno a la decisión.
Con esta ley, Gran Bretaña se une a un pequeño grupo de países que están impulsando este proceso. Canadá, Nueva Zelandia, España y la mayor parte de Australia permiten algún tipo de muerte asistida, al igual que los estados de EE.UU. de Oregon, Washington y California.
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La votación es la culminación de un largo y, en ocasiones, doloroso debate en el país, en el que figuras de alto nivel con diagnósticos terminales se han convertido en abanderados de la causa.
Sin embargo, el tema dividió profundamente a los legisladores, muchos de los cuales se han esforzado por elegir un bando durante una semana inusualmente tensa en Westminster, y los resultados de la votación parecían estar al filo de la navaja. Los diputados tienen libertad de voto, lo que significa que pueden apoyar a uno u otro bando según su conciencia, sin ramificaciones políticas.
En una carta abierta a los parlamentarios antes de la votación, Esther Rantzen, presentadora de televisión de la BBC con un cáncer de pulmón avanzado que se ha convertido en una destacada defensora de la muerte asistida, escribió: “Con nuestro actual derecho penal, la única opción para la mayoría de los enfermos terminales, si se enfrentan a una muerte agónica, es entre el sufrimiento, Suiza o el suicidio”. Rantzen ya ha declarado en otras ocasiones que está considerando la posibilidad de recurrir a la clínica suiza de muerte asistida Dignitas para poner fin a su vida.
Rantzen instó a todos los diputados a votar sobre la cuestión. “Es probable que esta cuestión no se debata en el Parlamento hasta dentro de una década”, escribió. “¿Cuántos más se verán obligados a sufrir hasta entonces?”.
Pero los opositores han señalado diversas preocupaciones con el proyecto de ley, incluidas sus creencias religiosas, la solidez de sus salvaguardas o la falta de tiempo para considerar los detalles.
“El Parlamento se está partiendo en dos”
Es poco frecuente que los legisladores británicos tengan que decidir por sí mismos sobre una cuestión tan íntima, y muchos se han debatido esta semana sobre el sentido de su voto.
“El Parlamento se está partiendo en dos por esto”, dijo a CNN Rachael Maskell, diputada laborista y destacada opositora al proceso. “Los diputados muestran signos de estrés por tener que tomar esta decisión en tan poco tiempo. … Está ocupando todo el pensamiento de todo el mundo”.
Ahora que fue aprobado, el proyecto deberá ser revisado en la Cámara de los Lores y por una comisión parlamentaria.
La votación de este viernes en la Cámara de los Comunes guarda similitudes con anteriores votaciones libres sobre el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Los defensores del proyecto de ley afirman que la muerte asistida puede aportar dignidad a los pacientes terminales al final de sus vidas, evitando meses de sufrimiento y deterioro físico, y aliviando la presión sobre los servicios paliativos o de cuidados terminales del país. Las encuestas indican que una cómoda mayoría de la población apoya la muerte asistida.
En su carta abierta, Rantzen escribió: “La trágica verdad es que, por excelentes que sean los cuidados paliativos, no pueden evitar algunos tipos de sufrimiento, como los vómitos fecales, por ejemplo, o la asfixia hasta la muerte, o una agonía profundamente arraigada”.
Tristan Osborne, diputado laborista, declaró a CNN que decidió votar a favor del proceso porque confiaba en sus salvaguardas. “Me puse en mi lugar y en lo que querría para mis seres queridos”, dijo, describiendo la opción como “una que yo mismo querría si estuviera en esa situación”.
Pero los detractores temen que los límites del proyecto de ley no sean lo suficientemente estrictos, y sugieren que los pacientes podrían sentirse presionados a optar por una muerte asistida sólo para evitar convertirse en una carga para sus familias. A otros les preocupa que el proyecto se haya presentado a los diputados cientos de los cuales están en sus primeros meses en el cargo tras las elecciones de julio- sin una evaluación de impacto exhaustiva ni tiempo para estudiar la propuesta.
Maskell declaró a CNN que el Servicio Nacional de Salud británico (NHS, por sus siglas en inglés) no está en condiciones de ofrecer muertes asistidas.
“Realmente creo que los laboristas fueron elegidos porque el NHS es un desastre. … Tenemos que arreglar el NHS antes de seguir por este camino”, dijo. “Seguir adelante ahora es ignorar el imperativo que tenemos de abordar el lamentablemente infradotado sistema de cuidados paliativos”.
El proyecto de ley aprobado se ajusta en líneas generales al modelo de Oregon, y no va tan lejos como Suiza, Países Bajos y Canadá, que permiten la muerte asistida en casos de sufrimiento, no solo para enfermos terminales. Se diferencia de la eutanasia, proceso en el que otra persona acaba deliberadamente con la vida de alguien para aliviar su sufrimiento.
Hasta ahora, era delito ayudar a alguien a morir en Inglaterra y Gales, castigado con hasta 14 años de cárcel. Practicar la eutanasia a una persona, por su parte, se consideraba homicidio u homicidio sin premeditación.
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Poe: Itzel Olivo