(Desde Washington, Estados Unidos) Un misil crucero Kh-101 lanzado por Rusia impactó en el hospital pediátrico Okhmatdyt de Kiev consumando un crimen de guerra que todavía no tiene número definitivo de muertos y heridos.
Esta tragedia humanitaria conmocionó la agenda prevista por Estados Unidos para la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que hoy inicia en Washington, acelerando la definición de una hoja de ruta global destinada a multiplicar la capacidad bélica de Ucrania y contener la ofensiva geopolítica de China.
La inesperada conmoción que sufrió la agenda política prevista por Joe Biden fue causada por dos hechos que precedieron a la caída del misil: se trató de un ataque que aparece deliberado y fue ejecutado en territorio ruso, adonde Ucrania tiene prohibido atacar con armamento provisto por Estados Unidos y Europa.
Volodimir Zelensky tiene un informe que probaría los dos hechos previos a la destrucción del hospital de niños, y la CIA y el Pentágono están realizando su propia investigación para ratificar la información clasificada del presidente de Ucrania, acorde a lo explicado a Infobae por un vocero de la administración Biden.
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La sólida sospecha de Zelensky, que la Casa Blanca intentará confirmar durante la cumbre de la OTAN, ratificó un cuadro de situación a nivel global.
Con el apoyo explícito de China, Corea del Norte e Irán, Vladimir Putin se siente empoderado y así lanzó un misil que funcionó como un mensaje temerario a la OTAN, un día antes del comienzo de la cumbre.
En DC no creen que haya sido casualidad la masacre en el hospital Okhmatdyt de Kiev.
El hecho grave tiene una complicación extra. Durante sus distintas reuniones en Washington, Zelensky insistirá con utilizar en territorio ruso el armamento cedido por Estados Unidos y Europa, una posibilidad que es rechazada por Washington y Bruselas para evitar que el conflicto escale a niveles distópicos.
En este escenario no habrá buenas noticias para Zelensky. Biden no levantará ese veto acordado con sus socios europeos, ni tampoco validará que Ucrania ingrese a la OTAN en 2024. Las dos decisiones apuntan a evitar que la guerra del Cáucaso se transforme en un acontecimiento global.
El misil crucero Kh-101 no sólo desnudó las intenciones de Putin, sino que además puso al descubierto la fragilidad de la defensa antiaérea de Ucrania. El 19 de abril, Zelensky había solicitado a la OTAN siete sistemas de defensa antiaérea para enfrentar los bombardeos que Rusia ejecuta sobre blancos civiles y militares.
En esa oportunidad, a través de una video conferencia, el presidente de Ucrania advirtió: “Lo decimos directamente: para defendernos necesitamos siete Patriot más o sistemas de defensa aérea similares, y es un número mínimo. Pueden salvar muchas vidas y cambiar realmente la situación”, sostuvo Zelensky.
La advertencia del líder ucraniano fue escuchada por los 32 miembros de la OTAN, pero no hubo tiempo para entregar los siete Patriot reclamados por Zelensky a mediados de abril.
“Está claro que los aliados deben dar un paso adelante y proporcionar a Ucrania sistemas de defensa aérea adicionales para poder prevenir los tipos de tragedias que hemos visto”, dijo ayer Michael Carpenter, asistente especial de Biden, cuando las imágenes de la tragedia se podían observar en todos los medios del planeta.
Y concluyó: “Anunciaremos con todo detalle a finales de esta semana lo que tenemos en mente en términos de fortalecimiento de las defensas aéreas de Ucrania. Pero Estados Unidos, junto con nuestros aliados y socios, se ha comprometido a hacer más para ayudar a Ucrania, incluidos los sistemas estratégicos de defensa aérea.”
El Pentágono tiene un arsenal de 62 Patriots -acorde al Instituto Internacional de Estudios Estratégicos-, pero no son de inmediata disponibilidad: están desplegados en determinadas bases de Estados Unidos, y en Medio Oriente, Japón y Corea del Sur para enfrentar eventuales ataques de Irán, China y Corea del Norte.
Asimismo, a través de una iniciativa presentada por los Países Bajos, se intenta armar una batería Patriot con piezas entregadas por distintos socios de la OTAN. La compañía que fabrica Patriot -Raytheon- tarda tres años por cada unidad, mientras que la propuesta de los Países Bajos se completaría en ocho meses.
En este contexto, y si prosperan las negociaciones en la cumbre de DC, Zelensky tendría el Patriot a propuesta de los Países Bajos, al menos dos que entregaría Estados Unidos, y tres más aportados por Rumania, Alemania e Italia. Seis en total.
Y una vez concluida esta etapa de emergencia, la OTAN utilizaría su influencia institucional para lograr que la empresa Raytheon complete el proceso de fabricación de los Patriots en un período inferior a los 36 meses que fija su manual de procedimientos.
“En Ucrania, Rusia continúa su brutal guerra. Sólo hoy (por ayer) hemos visto horrendos ataques con misiles contra ciudades ucranianas, que han matado a civiles inocentes, incluidos niños. Condeno estos atroces ataques. En la Cumbre tomaremos decisiones para fortalecer aún más nuestro apoyo a Ucrania”, sostuvo Jens Stoltenberg, secretario General de la OTAN, durante su encuentro con Lloyd J. Austin, secretario de Defensa de Estados Unidos.
En este contexto, la OTAN pretende aprobar en la Cumbre de Washington un paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares que servirá para sostener el esfuerzo bélico que lidera Zelensky. Ese montó será aportado por los socios de la alianza y Ucrania -con el asesoramiento de los cuadros militares de la OTAN- determinará su destino final.
El jueves habrá un encuentro formal entre Biden y Zelensky, y en este escenario se anunciaría la ayuda militar destinada a enfrentar a Rusia hasta su derrota final. Es una tarea azarosa, con final abierto, ante las distintas alianzas que tejió Putin con China, Irán y Corea del Norte.