Ramfis Rafael Domínguez Trujillo, presidente del Partido Esperanza Democrática, manifestó este miércoles durante una visita a la zona fronteriza de Dajabón, que el país no puede permitir que se repita lo ocurrido en 1937, en relación a la masacre de haitianos, hecho que calificó como “lamentable”.
“Es lamentable que tengamos que ver el 1937 como referente histórico, que realmente a la imagen internacional nos hizo mucho daño, pero tenemos que entender, que todo eso obedece justamente a los incumplimientos de Haití. Nosotros no podemos volver a permitir ese lamentable capítulo de la historia”, expresó Ramfis tras ser preguntado por el hecho histórico que vincula a su familia con el río masacre.
En 1937 Rafael Leónidas Trujillo Molina ordenó la matanza de miles de ciudadanos haitianos que residían de forma irregular en territorio nacional en 1937. En la denominada “Masacre del Perejil”, se estima que entre 9.000 y 35.000 haitianos murieron, entre ellos niños y mujeres.
Una mala dicción de la palabra perejil era una condena a muerte automática. Dada la dificultad de pronunciación que supone para los haitianos, el vocablo se usaba para identificarlos y distinguirlos de los dominicanos de piel más oscura.
Despliegue innecesario
Ramfis aprovechó el escenario para hacer llamado a las Fuerzas Armadas y a las autoridades para que trabajen con armas antimotines, ya que los haitianos que están cruzando vienen desarmados, según expresó. “Este despliegue que hubo es un asunto mediático más que otra cosa”, indicó durante su visita a la zona fronteriza de de Dajabón.
Además, criticó a la actual gestión gubernamental por las medidas adoptadas en la frontera con Haití.
Respetar acuerdo 1929
El histórico acuerdo fue firmado el 20 de febrero de 1929, y establece que está prohibido que tanto Haití como República Dominicana construyan obras que desvíen el curso de algunos de los ríos que tienen su cauce entre ambos territorios.
El párrafo íntegro que plantea el artículo 10 del referido acuerdo establece: «En razón de que ríos y otros cursos de agua nacen en el territorio de un Estado y corren por el territorio del otro o sirven de límites entre los dos Estados, ambas partes contratantes se comprometen a no hacer ni consentir ninguna obra susceptible de mudar la corriente de aquellas o de alterar el producto de las fuentes de las mismas».
Es bueno precisar que el mismo artículo, en su párrafo I, indica que el agua de los afluentes sean consumidas por ambas naciones para la irrigación, la agricultura o la industria, es enfático al indicar que no se debe desviar el caudal.
«Esta disposición no se podrá interpretar en el sentido de privar a ninguno de los dos Estados del derecho de usar, de una manera justa y equitativa, dentro de los límites de sus territorios respectivos, dichos ríos y otros cursos de agua para el riego de las tierras y otros fines agrícolas e industriales», establece el documento sobre el acuerdo.
Las relaciones diplomáticas entre ambos países se han visto afectada en los últimos meses debido a la construcción de un canal para desviar agua del río Masacre, que se ubica en Dajabón.
