La llegada masiva de migrantes a la ciudad fronteriza de El Paso, en Texas, está provocando situaciones de discriminación como el hecho de que haya albergues que no acepten a personas que hayan cruzado a Estados Unidos de forma irregular.
Al menos tres albergues de la ciudad, incluido un enorme refugio inaugurado el jueves con capacidad para 1.500 personas, rechazan a estos migrantes, según comprobó EFE en uno de ellos y contaron testigos sobre los otros dos.
Cientos de personas, en su mayoría venezolanas, se han visto obligadas en los últimos días a dormir en las calles bajo temperaturas gélidas, arropadas con mantas donadas por buenos samaritanos. La situación empeorará este fin de semana, cuando una tormenta invernal llegue a la ciudad.
A menos de 200 metros de una zona donde muchos se han asentado, la ciudad de El Paso habilitó el jueves el Centro de Convenciones como albergue, con ayuda de voluntarios de la Cruz Roja. Sin embargo, sus puertas están cerradas para los migrantes que entraron al país de forma irregular.
“Para dormir acá, tienen que tener documentación. Si entraron al país de manera ilegal, no pueden entrar”, dijo a EFE una trabajadora de la ciudad en la entrada del edificio.
Además de este centro, EFE tuvo conocimiento de otros dos refugios en la ciudad que no reciben a personas sin estatus migratorio.
La noche del jueves, tapados de pies a cabeza con mantas que los habitantes de El Paso pasaban a regalarles, los migrantes intentaron protegerse del frío inclemente.
Las autoridades locales (Policía y funcionarios de la Oficina de Emergencia) comenzaron a acercarse a la zona para informarles que había un albergue, manejado por la Iglesia católica y a varios kilómetros de distancia, que estaba recibiendo a personas sin importar su estatus migratorio.
“No quiero que me deporten, he luchado mucho para llegar hasta aquí”, dijo a EFE Kevin (nombre ficticio para ocultar su identidad), que se mostró escéptico ante el ofrecimiento de los agentes.
Las mismas personas que durante días les repitieron el mensaje de que para entrar a un refugio debían tener papeles, ahora los intentaban convencer de que la situación había cambiado.
Unos 30 migrantes aceptaron la propuesta de los oficiales, sin embargo muchos se quedaron durmiendo en la intemperie por desconfiar del ofrecimiento.
El alcalde de El Paso, Oscar Leeser, declaró el pasado sábado el estado de emergencia en la ciudad para atender la llegada de miles de migrantes a la ciudad, precisamente con el objetivo de poder dar un techo a más personas durante la temporada invernal.
Además, la ciudad recibirá esta semana más de 6 millones de dólares en ayuda de la Agencia Federal del Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) para atender la crisis humanitaria.
Las autoridades de El Paso aseguraron a EFE que el refugio que se le da a los migrantes es “indiscriminado” y explicó que muchos prefieren quedarse en las calles.
“Hay un gran número de personas que cuando se les ha ofrecido el servicio para llevarlos a albergues o a hoteles han declinado la oferta”, dijo el portavoz de la Oficina de Emergencia de la ciudad.
Sin embargo, según fue testigo EFE, los trabajadores de la ciudad que se acercan a los migrantes en las calles para ofrecer albergue les preguntan antes si tienen papeles de migración estadounidense.
“Para mí eso es discriminación”, dijo a EFE un joven venezolano que lleva tres días pasando las noches en un callejón frente a la estación de autobuses. “¿Nosotros no somos seres humanos?”, recalcó.
Para Fernando García, director ejecutivo de la organización Border Network for Human Rights, negar el albergue a personas sin estatus migratorio es “lo más hipócrita e inhumano que pueden estar haciendo las autoridades de la ciudad”.
“Es realmente condenable, nosotros cuando damos ayuda humanitaria no preguntamos por los papeles”, aseguró el activista.
En esto coincide Sandragrace Martínez, terapeuta y activista que ha pasado varios días en El Paso dando ayuda a los migrantes.
“Este no es el momento para estar preguntando a la gente por su estatus. Estamos hablando de una situación donde la gente está ante un peligro grave e inminente” con la fuerte disminución de las temperaturas.
El Título 42, una normativa federal impuesta por el Gobierno del expresidente Donald Trump (2017-2021) y mantenida por la actual Administración demócrata, permite que las autoridades expulsen de manera inmediata a los migrantes de Venezuela que llegan a la frontera, sin darles oportunidad de pedir asilo.
Desesperados ante la posibilidad de quedarse indefinidamente en México, donde enfrentan extorsiones y amenazas por parte de los carteles, muchos deciden arriesgarse y cruzar la frontera sin ser detectados por las autoridades fronterizas.
Desde que entró en vigencia en 2020, el Título 42 ha permitido cerca de 2,5 millones de expulsiones en la frontera, según datos del International Rescue Comittee.
EFE