EFE. Puerto Príncipe. Cientos de haitianos se reunieron este 1 de noviembre en el primer día de la fiesta del Guédé, una celebración de la religión vudú dedicada a los muertos. Lo hicieron pese a la crisis sin precedentes en todos los ámbitos al aumento exponencial de la inseguridad.
Esta celebración tiene lugar cada año el 1 y el 2 de noviembre en todo Haití y en ella, al ritmo de la música, hombres, mujeres y niños ataviados con camisetas blancas y pañuelos morados veneran a los espíritus (loas).
El vudú es unión de la vida y la muerte
Uno de los escenarios de esta fiesta vudú es el Gran Cementerio de Puerto Príncipe, una verdadera ciudad dentro de otra ciudad, con divisiones sociales de clase, animales, prostitución, iglesias…
Allí estos días del Guédé (el espíritu de la muerte) se escuchan oraciones de todo tipo, peticiones y deseos, mientras las mujeres se lavan las partes íntimas con ron macerado en guindilla.
Comida, café, dinero, flores o velas son depositados en sepulcros o frente a coloridas figuras hechas en relieve, aunque lo que más predomina es el ron, blanco o añejo, vertido sobre tumbas, calaveras y huesos.
Los cementerios son uno de los lugares de mayor misticismo para el vudú y por eso es en ellos donde tienen lugar los rituales mágicos más poderosos, en especial para ahuyentar a los malos espíritus.
«Para el vudú, el cementerio es un espacio donde florece la vida», dice a EFE el antropólogo Jean Yves Blot, profesor en la Universidad estatal de Haiti, y explica por qué este lugar es sumamente importante: «Nos permite tener contacto con los muertos. Esto nos da sabiduría en la vida».
Los difuntos, añade, son al mismo tiempo fuente de la vida y aquí es donde surge la dialéctica entre la vida que conduce a la muerte y la muerte que lleva a la vida.
Una fiesta deslucida por la violencia
Pero este año la inseguridad desluce la fiesta del Guédé. Al Gran Cementerio de Puerto Príncipe acuden pocas personas en comparación con años pasados cuando el lugar estaba tan lleno que mucha gente no podía acceder.
Y es que este cementerio está situado en una zona controlada por las bandas armadas, que se han hecho fuertes en al menos el 60 % del área metropolitana de la capital y mantienen la ciudad aterrorizada.
«La inseguridad lo paraliza todo», afirma Jean Pierre Job, antiguo militante y preso político que ha acudido al lugar y que critica la inacción del Gobierno frente a la violencia.
Señala que las pocas personas que están aquí «son las que resisten» y considera que esto no quedará así y, en próximos años, la fiesta de los muertos se celebrará de «forma digna».
Quizás, añade, el plan de quienes crean el clima de inseguridad sea «destruir nuestra cultura», pero afortunadamente no podrán porque «los espíritus son más fuertes».
Marvel Evens, de 30 años, acude como cada año al cementerio en la fiesta del Guédé. Su padre, su madre, un hermano y una tía están enterrados aquí. «No puedo no venir», declara a EFE.
El lugar no está lleno porque las personas tienen miedo y se quedan en casa, pero, subraya, se sigue acudiendo porque «esta es nuestra cultura».
Desde 2018 ha descendido la afluencia de gente debido al deterioro de la situación, la multiplicación de los secuestros, la toma de nuevos territorios por parte de las bandas, los ataques armados, los robos, las violaciones